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24 sept 2012

Movimiento en Montaña




El conjunto de los tres tipos de montaña: alta, a partir de 2.000 m; media, desde 1.000 m; y baja, hasta 1.000 m, presenta las dificultades inherentes a las características del terreno, del clima, de la falta de recursos y de las comunicaciones.

Las cadenas montañosas frecuentemente afectan al clima de una región, y éste, a su vez, influye en la vegetación, la fauna y la densidad de población. Por ejemplo, el lado oceánico de las montañas tiene más nieblas, lluvia y nieve que el lado continental. Puede haber bosques en el lado oceánico, mien­tras que el interior puede ser semiseco.

Como norma general cabe señalar que, ante la abundancia de obstáculos que en la montaña se presentan, es preferible evitarlos que intentar superar­los; no obstante, habrá ocasiones en que la única alternativa sea la de ata­carlos de frente.

Por la gran dureza del terreno, sus condiciones climatológicas y carencia de recursos, la alta montaña está deshabitada.

La montaña media, durante las épocas más propicias del año, suele estar habitada por una población trashumante escasa y dedicada al pastoreo y las explotaciones forestales; poco a poco las pistas de servicio de los montes van haciendo accesibles las zonas que no 10 eran tanto, y la construcción de urba­nizaciones busca lugares cada vez más altos. Asimismo, la práctica del mon­tañismo ha hecho que cada vez sea más frecuente encontrar a personas que, en grupos o en solitario, recorren las sierras.

Los núcleos de población sedentaria se encuentran en las zonas de baja montaña, más favorables para la vida. Estos núcleos suelen ser pequeños y diseminados.

El plan para el movimiento en terreno montañoso debe realizarse sin pre­cipitaciones, estudiando detenidamente el itinerario a seguir, debiendo prever el que una vez iniciado el movimiento, puede resultar peligroso, e incluso imposible, el retroceder. Por ello, se ha de considerar la necesidad de algún material, como piolet, clavijas, cuerdas, crampones, raquetas e incluso improvisarlo si no se cuenta con él.

La marcha por terreno montañoso se caracteriza por su lentitud, debido a la acomodación del ritmo y la longitud del paso a la pendiente.

En el caso de no existir camino, debe evitarse la marcha prolongada a media ladera y en el mismo sentido. Por ello, tanto en subida como en bajada se utilizará el zigzag para evitar el excesivo cansancio.

Si la montaña no es muy alta, es preferible seguir la divisionaria al va­lle, ya que las partes altas tienen menos vegetación, lo que facilita el movi­miento.

El movimiento por zonas con nieve precisa de una mayor experiencia.

Para la elección del itinerario se tendrán en cuenta las siguientes circunstan­cias:
  • Peligro de aludes.
  • Espesor y consistencia de la nieve.
  • Condiciones meteorológicas.

A partir de los 30 cm de nieve polvo o reciente, el movimiento es fatigo­so, siendo preciso abrir huella mediante el relevo sucesivo del hombre de cabeza por todos los componentes de la Unidad. Con más de 50 cm es prácti­camente imposible marchar sin medios auxiliares (esquís o raquetas).

Con ramas de árbol, recortándolas de la forma que se indica en las figu­ras, se pueden fabricar unas raquetas improvisadas para uso inmediato, atándolas a las botas con una cuerda y ayudándose con unos bastones.


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En caso de nieve dura, una rama, con cierta resistencia, puede utilizarse como piolet. Asimismo, con unas herraduras y unos clavos cortos, o bien una tabla claveteada, como indica la figura, se pueden fabricar unos crampones de circunstancias.

El movimiento en pendiente suave, tanto con nieve blanda como dura, no ofrece demasiados problemas; pero en pendiente media, con nieve dura, y no disponiendo de cram­pones, es preciso tallar escalones, apoyando en la ladera el piolet, una rama aguzada o el mismo ornamento.

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El descenso por estas pendientes se ejecutará cara al vacío y con el tronco inclinado hacia delante; los talones se hunden verticalmente en la nieve, con las puntas de los pies hacia arriba.

En los movimientos sobre nieve deben tenerse en cuenta algunos obs­táculos que podrían dificultar o impedir el desplazamiento, como son: los puen­tes de nieve, las cornisas y las grietas.


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13 sept 2012

Acción del lago ILMEN




El 10 de enero de 1942 la Compañía de Esquiadores de la División Azul, al mando del capitán José Manuel Ordás Rodríguez, partiendo de la localidad de Spasspiskopez, cruza el lago para socorrer a la guarnición alemana de Vzvad, en la desembocadura del río Lovat, el día 21 de enero, en la batalla conocida como Acción del lago Ilmen.


Ruptura del frente

El día 7 de enero de 1942 las tropas rusas avanzan sobre el sector donde se encontraba la División Azul, destrozando antes, a su paso, la 290 División de Infantería alemana, que se encontraba al sur del lago Ilmen. En la retirada, quedan cercados 543 hombres al mando del capitán Pröhl, son restos de otras unidades que se habían dispersado durante la precipitada retirada. Frente a los alemanes está formado el cerco por el 140 Regimiento de infantería del 11 Ejército Soviético.




Fuerzas sitiadas

En total 543 alemanes al mando del capitán Pröhl.
  • Panzer Jager Abteilung 290 (290 Grupo Cazacarros).
  • Kradschutze Bataillon 38 (38 Batallón de Fusileros motociclistas).
  • Wach Bataillon 615 (Batallón de Guardia).
  • 6ª Compañía del 1º Regimiento de Transmisiones de la Luftwaffe.
  • Unidades de la milicia local rusa colaboracionista.

La marcha

La guarnición de Vzvad resiste y a la Compañía de Esquiadores recibe la orden de socorrerlos.

El itinerario más corto para alcanzar Vsad es la línea recta ya que por ser un lago helado no hay elevaciones, pero al encontrarse los esquiadores con seis barreras de hielo, de difícil franqueo, el recorrido es mucho mas largo, circunstancia que, unida a las extremadamente bajas temperaturas sufridas durante la travesía, produce un balance total de 102 bajas por congelación, 18 de ellas gravísimas, y la pérdida de más de 30 trineos una vez que se contacta con la guarnición alemana de Ustrika, en la ribera sur del lago. Así, Ramón Farré Palaus, procedente de las Milicias de Barcelona y que formaba parte de la Compañía de Esquiadores en la 1ª Sección del teniente Vicente Castañer Enseñat, sufrió congelación en ambos pies.


Vista de la zona en Google Maps
Lo que al principio parecía una simple operación de rescate bien pronto se reveló como una empresa casi imposible de lograr, a los 206 hombres hubo que añadir 70 trineos tirados por caballos pequeños, llevando nueve fusiles ametralladores, radio, médico, víveres y municiones para tres días:
...Si en la orilla la temperatura había descendido a 40 grados, en el interior del lago se midieron con un termómetro finlandés 53 grados bajo cero. A esa temperatura se congela la grasa de los cerrojos de los fusiles y no se pueden utilizar. El agua se hace en el acto un bloque de hielo y para beber hay que calentarla previamente. El pan debe serrarse o cortarse con un hacha. La mayor parte de la comida se congela también con la gran dificultad de poder aprovecharla, pues encender fuego es extremadamente peligroso, ya que puede delatar la posición de las fuerzas españolas al enemigo. Y lo peor de todo, no se puede dormir. Dormir significa la muerte por congelación, incluso tumbarse un rato en un trineo puede suponer la pérdida de los pies o las piernas por congelación...
El 17 de enero reciben el apoyo de cuarenta soldados letones frente a los 3.000 tiradores siberianos. Al primer choque se partió la línea enemiga, tres horas después llega el contraataque con dos batallones rusos, con piezas antitanques y seis carros que envuelven la vanguardia española. Otros carros se lanzan contra el resto de la compañía. De los 36 esquiadores que cubren la zona de choque mueren 14. Los demás se abren paso entre la masa enemiga y llegan hasta la posición de apoyo. Al atardecer del día 17 Ordás consigue fijar su línea, que se mantiene intacta durante la jornada del 18.



Desenlace

Atacados por su retaguardia, los cercadores de Vzvad se ven obligados a dividir sus fuerzas; unos continuarían el sitio, otras acudieron al fuego español, alarmados ante la facilidad con que los esquiadores avanzaban y ocupaban los pueblos situados en el sur del lago Ilmen. La acción española permite que los sitiados de Vzvad puedan organizar un salida violenta, de modo que los esquiadores siberianos se encuentran, inesperadamente, entre dos fuegos.

Una información deficiente les llevó a pensar que los españoles contaban con efectivos de importancia numérica. Y en vista de ello cedieron terreno para reorganizarse. Ordás aprovechó aquella hora crítica, y en la madrugada del 21 atacó resueltamente y también los sitiados atacaba al mismo tiempo. Así, a siete kilómetros de las posiciones españolas de la víspera, se abrazaban los sitiados y la expedición de auxilio enviada.
...En la madrugada de hoy, restos de la compañía española y la guarnición alemana de Vzvad se han abrazado a siete kilómetros de nuestras posiciones. Los deseos de V.E. se han cumplido totalmente...
Comunicación de Ordás al Cuartel General. 21 de enero, 9:45h



La Compañía

En la organización inicial la División Azul no contaba con ninguna compañía de esquiadores, pero debido a las especiales condiciones climatológicas se precisaba una Unidad que pudiera desplazarse rápidamente a pesar de la nieve y atender las urgencias bélicas que pudieran presentarse.

El día 21 de noviembre de 1941 se formó oficialmente dicha Compañía,  siendo elegido el teniente de Artillería José Otero de Arce, cuando éste se encontraba en plena batalla de Possad.

En esta acción recibieron 32 Cruces de Hierro y a Ordás su segunda Medalla Militar Individual, al igual que el teniente José Otero de Arce. De esta forma la Compañía de Esquiadores se convirtió en la unidad más condecorada del frente de Leningrado y, por supuesto, la más condecorada de todas las fuerzas voluntarias extranjeras que lucharon encuadradas en la Wehrmacht.







Información procedente de:

1 sept 2012

Las Cadenas de Navarra

 
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La Compañía de Esquiadores, al igual que toda la División, lucia como emblema el escudo de Navarra, el cual rememora uno de los acontecimientos mas importantes de la historia de España, la victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa hace 800 años. 

Reproducimos este pequeño relato, original de A. Villegas, sobre dicha batalla.

Hay en nuestra Patria, muchas personas que piensan, que los símbolos de nuestro país, son un invento franquista.

Alentados por los que pretenden que sigan siendo ignorantes y empujados por la apropiación 
indebida que los otros hicieron, creen que el yugo y las flechas, el Águila de San Juan, o las cadenas de Navarra las inventó Franco y sus seguidores. Son tan brutos, que hasta he llegado a oír que la Granada del Escudo, es en homenaje a los que fusilaron a Lorca.

Que ignorancia y que estupidez arrastramos todavía en nuestro solar.

Hoy les contaré el porqué de las Cadenas de Navarra. De donde vienen. De donde nacen. Y descubrirán que vienen de antiguo, de cuando se peleaba en esta tierra desde hacía siglos, de cuando demostramos que unidos bajo el mismo objetivo, somos insuperables, de que cuando queremos, podemos.

La batalla se está volviendo contra los cristianos. La infantería de López de Haro está siendo masacrada por los sarracenos. Ni siquiera la segunda línea de refuerzo resiste la acometida almohade.

Flechas a miles caen del cielo, disparadas por los temibles y certeros arqueros Agzaz. La caballería africana ensarta cristianos a pares, todo parece estar derrumbándose como en Alarcos.

Es entonces cuando el rey Alfonso de Castilla besa la cruz que tiene sobre el pecho y mira a los otros. También son reyes, Pedro de Aragón que ha venido con sus almogávares, que degollan moros sin parar, y Sancho de Navarra, que ha acudido a última hora y sólo con doscientos caballeros.

Las tripas se le retorcían en su palacio, no se había podido negar. Combatir a los sarracenos es deporte nacional en Navarra desde que no eran más que cuatro gatos en las montañas.

Así los tres, y los obispos, y los caballeros que les acompañaban, y las tropas que tienen detrás, sin decir palabra, se lanzan a una carga desesperada, con todo lo que tienen, y los tres reyes los primeros, expuestos a que en cualquier momento, una flecha, entre por las rendijas de la armadura, y los lance a tierra entre mucho estrépito de armadura.

La carga de los tres reyes, destrozará a los musulmanes, la cuña cristiana penetra en el centro almohade como un cuchillo caliente en la mantequilla. Nada queda en pie tras su paso. Tan sólo la nube de polvo y los lamentos de los heridos y moribundos.

Sancho de Navarra arremete con tal fuerza en medio de la locura, que es el primero en alcanzar la empalizada y a La Guardia Negra que protege al Sultán, Miramamolín, que mira, con el Corán en la mano y una cimitarra en la otra, como Sancho descabeza a los primeros soldados-esclavos.

Los Imeseleben, que guardan al Sultán son negros del Senegal, esclavizados desde jóvenes e instruidos en el uso del alfanje. Son tan peligrosos o más que los jenízaros de años después. Se clavan al suelo con estacas y se atan los unos a otros con gruesas cadenas. A los de La Guardia Negra solo les queda un camino, matar y morir. Es su destino, Alá lo dice.

Y aquel dieciséis de Julio de 1212 a los Imeseleben les tocó morir. A cientos. Aunque hicieron su labor con pundonor y valor hasta el final.

Sancho, tras el combate, se lleva como recuerdo de campaña un manojo de las cadenas con las que se ataban aquellos hombres. En recuerdo de su hazaña, de su valor, el de sus hombres y el de los castellanos, aragoneses, portugueses, caballeros de las Órdenes Militares, leoneses y asturianos que habían acudido, a pesar de que su rey no.

En honor de todos, Sancho se lleva las cadenas para demostrar a su pueblo, que unidos a los demás cristianos de La Península, que aliados bajo el mismo pabellón, a los moros les quedan pocos días.

Quizá esté equivocado. Muchos, con carreras universitarias, con títulos y masters en esto y en lo otro, con mucha más preparación que yo, dicen que no. Que Sancho acudía por sus propios intereses, por su conveniencia, por su avaricia y su sed de poder. Quizá tengan razón. Quizá no. Ninguno estábamos allí para verlo.

Ninguno vivimos sin luz eléctrica, ni agua corriente, ni vamos a caballo, los que tenían suerte, ni tememos que cualquier noche los sarracenos entren a degüello en nuestro pueblo.

A mi me gusta pensar, que actuaban movidos por el interés, claro, habría que ser pardillo. Pero también se movían por palabras como Honor, Conciencia, Valor, Sacrificio, Devoción y Lealtad.

Claro que todas estas palabras carecen hoy de significado, es más, cuando las nombras te miran raro, como si estuvieses tonto o algo por el estilo. Ya saben de qué hablo.

Y esta es la historia de las Cadenas de Navarra. Que no son aberchales ni franquistas. Ni rojas ni azules, ni monárquicas ni republicanas. Son las cadenas con las que se amarraban, para vencer o morir los temibles Imeseleben.

Aquellos sarracenos que defendían al Sultán que pretendía que su caballo abrevase en el río Tíber, con San Pedro arrasado y La Cristiandad a sus pies.

Y estoy seguro que Sancho, al saltar sobre ellos destrozándolos a espadazos, gritaba tinto en sangre sarracena: ¡Viva Navarra, Santiago y España!

A. Villegas Glez. 2011