Mando
La falta de mando o debilidad en el mismo, conduce al desorden, la confusión y la indisciplina.
El Jefe de la Unidad debe tomar todas las decisiones en cualquier situación y dar las órdenes para que éstas puedan llevarse a cabo.
Bajo ninguna circunstancia deberá ceder el mando que le corresponda a ningún otro por muy capacitado que le parezca y mucho menos dejárselo arrebatar por quien la casualidad o la audacia haya colocado en una posición preponderante.
Para mantener el prestigio y la superioridad sobre los hombres, el mejor medio es la capacitación técnica, auxiliada de una buena forma física y gran energía, pero puesto que es imposible dominar a la perfección todas las actividades necesarias y pueden existir subordinados con más experiencia, habilidad o capacidad en determinados aspectos, será una buena medida de mando solicitar información y asesoramiento de ellos, conservando siempre la facultad de decidir.
Por encima de todo, el Jefe debe evitar siempre cualquier apariencia de indecisión y, sobre todo, disimular cualquier decaimiento anímico o enfermedad, pues afectará muchísimo a la moral de sus subordinados.
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El ejemplo ha sido y es siempre el mejor medio para asegurar el afecto y respeto de los subordinados y, en estas situaciones críticas, la única forma de asegurarse la obediencia voluntaria y el máximo esfuerzo de los hombres.
El Jefe debe dar ejemplo constante participando activamente en todos los trabajos y sufriendo con sus hombres las incomodidades, sometiéndose al mismo racionamiento y género de vida, sin recabar para sí ningún trato especial a costa de mayor trabajo o necesidad de los demás.
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Disciplina
La disciplina es la base de toda organización militar. Una estricta auto disciplina contribuirá a mejorar la situación de supervivencia individual o de grupo. Mantener un buen aspecto, tanto físico como anímico, levantarse al amanecer, marcarse un horario, la higiene personal, la limpieza de la zona, etc., ayudarán a mantener la presencia de ánimo.
La fatiga, las privaciones, etc., conducen inevitablemente a una pérdida de moral, que se traduce en actos de indisciplina que es necesario cortar radicalmente apelando a las medidas más enérgicas.
El Jefe vigilará directamente a sus hombres para evitar las discusiones, las peleas, la murmuración, la resistencia pasiva, el incumplimiento de las órdenes y la negligencia. Debe ser justo y equitativo en la distribución de misiones peso a transportar, raciones, etc., y que las medidas disciplinarias que tome ni sean ni parezcan arbitrarias, injustas, inoportunas o debidas a consideraciones personales.
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