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25 sept 2013

La Unidad Indígena de Montaña

Reproducción de un valioso documento histórico publicado originalmente en la revista Ejercito en 2011.


La Unidad Indígena de Montaña del Protectorado Español en Marruecos (1927-31).

Breve semblanza de una pequeña y desconocida unidad, pionera de las unidades de Montaña en el Rif y del uso de esquíes y de raquetas en el Ejército español.

La región del Rif Central del protectorado español de Marruecos y concretamente la zona de Ketama y Beni Urriagel presenta un relieve muy quebrado, con profundas barrancas  y cimas que sobrepasan altitudes de 2.000 metros, cuyas sendas discurren salvando altos collados y donde en las estaciones más frías se producen importantes nevadas y heladas  Debido a dicha orografía y estando próxima a la frontera con el Protectorado francés, era dificultoso realizar tareas de vigilancia y policía en dicha área.

Después de la guerra y una vez ocupada la zona, se empieza a reestructurar la administración del Protectorado en el Rif Central, dependiente de la Intervención Militar de Villa San­jurjo (Alhucemas). Entre los años 1927 y 1928, estas intervenciones sufren distintas reorganizaciones dentro de las reformas de la administración del Protectorado español, para intentar encauzar una política colonial un tanto dispar y desorganizada, que siguió así hasta su independencia en 1956.



Dichas intervenciones tenían amplias funciones tanto administrativas, políticas, económicas como policiales y militares  gestionadas por los interventores militares que eran las máximas autoridades en sus jurisdicciones  Las iniciativas relativas a la vigilancia y conocimiento de las distintas cabilas marroquíes por medio principalmente de la Policía o Mehaznía Armada, creada en 1925 por la Inspección General de Intervención y tropas jalifianas dentro del Mazjén (administración jal ifiana del Protectorado), eran gestionadas por los interventores militares en sus circunscripciones.

En estas circunstancias, es en una pequeña extensión de terreno de la zona de Ketama, con altitudes que oscilan entre los 1.200 y los 2.453 metros donde nace la Sección Indígena de Montaña. Por orden del General en Jefe del Ejército en África en el verano de 1927, se nombra al comandante de Estado Mayor Ma­nuel Estad y al capitán de interventores militares Emilio Blanco Izaga, para estudiar la organización y equipamiento de una sección de 30 indígenas como máximo provistos de esquíes y raquetas de nieve. En octubre de 1927 se le encomienda a este capitán la organización de dicha unidad «a título de ensayo», nombrándole inspector de su funcionamiento.

Por orden de 19 de diciembre de 1927, se designa al teniente de Infantería Carlos Blond Mesa para marchar al sector del Rif a organizar dicha sección; este oficial, que obtuvo en 1925 el título de Profesor de Gimnasia en la Escuela Central de Toledo, era un experto montañero.



Ese mismo mes el capitán Blanco Izaga se presenta en la Comandancia General en Meli­Ila con el fin de pertrechar la unidad, paralelamente  se anuncia el concurso para proveer de material a la sección, y semanas después viaja en comisión de servicio a la Península para adquirir los equipos necesarios. El 28 de diciembre de 1927, se crea oficialmente la Unidad Indígena de Montaña para servicios de nieve «con el fin de aliviar a las tropas estacionadas en la alta montaña de cuantos servicios sanitarios  de convoyes y de enlace sea posible en los crudos días del invierno, y en la medida y alcance que a dicha unidad sea posible exigir».

El mando de la unidad queda a cargo de un oficial español, el Teniente Blond, junto a otro Caíd (Oficial indígena) con su ordenanza  un soldado europeo y dos acemileros indígenas  a su vez la unidad estaba constituida por dos equipos, integrado cada uno por trece soldados, mandados por un jefe de equipo, y tres patrullas de cuatro individuos cada una: un maunin, un enlace, un sanitario y un zapador. Su zona de actuación es la circunscripción del Rif y a efectos administrativos, están agregados al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla Nº 2. Todo el personal percibe iguales devengos que los de Regulares, a los que el Ca­íd suma una gratificación mensual de 60 pese­tas, y una peseta diaria a cada uno de las demás clases e individuos de tropa. En el poblado de Targuist, entre diciembre de 1927 y marzo de 1928, se organiza, encuadra e instruye al personal indígena.

Ese mismo mes de marzo, pasa con éxito la primera revista oficial del general Dalla; posteriormente se traslada a la aldea de Imasinen donde queda establecidos el campamento y la plana mayor. En abril se trasladan al cercano poblado de Azila para preparar los alojamientos invernales de la sección y para su instrucción en nieve; en verano se desplazan a Villa Sanjurjo donde les pasa revista el Alto Comisario de España en Marruecos.



En el invierno de 1928-1929, actúan en los duros temporales, recogiendo en su refugio y base de Imasinen a numerosas personas, lo que motiva que el Inspector de las Intervenciones felicite a la unidad. Se perfilan sus actuaciones: aunque se trata de una unidad combatiente de Infantería, instruida en la misión que la orden de organización le señala, presta servicios de correo, estafeta en las montañas del Rif Central  reparación de líneas telefónicas, mantenimiento de pistas, guías, seguridad, etc. Igualmente, y a propuesta del teniente, se construyen varios refugios de montaña, así como caminos y sendas.

En junio de 1929 se reorganiza la unidad y la «Sección Indígena de Montaña (para servicios en nieve) se convierte en compañía». De los 178 integrantes de la compañía hay dos oficiales europeos (un Capitán y un Teniente) y tres Caídes con cuatro ordenanzas, diez suboficiales y soldados europeos, en su mayor parte carpinteros, escribientes, pagadores y practicantes; nueve mokademin y 28 maunin junto a 108 áscaris o soldados marroquíes. Completan la plantilla once acemileros con sus correspondientes mulas de carga y ocho caballos para los oficiales y suboficiales. El grupo de mando está formado por catorce individuos: los dos oficiales españoles junto a la gran parte de la tropa europea con cinco caballos, los ordenanzas dos acemileros con sus mulas y un maunin. El resto del personal se distribuye en tres secciones, cada una con tres equipos, a su vez de tres patrullas.

En julio de 1929 son destinados a la compañía el capitán de Infantería Carlos Letamendía Maure, quien releva al teniente Blond, y el teniente de Infantería Epifanio Loperena de An­drés; el Capitán, queda dedicado a reclutar, organizar e instruir la citada compañía. 

En noviembre de 1929 se compran en la Península los equipos necesarios para la compañía. El siguiente año, el capitán de Infantería Antera Goñi Rivero se hace cargo de la compañía el 21 de agosto. Su hermano, el teniente de Infantería Luis Goñi Rivero, es destinado a la compañía en mayo de 1931.


En la prensa de la época, encontramos reportajes fotográficos y periodísticos, uno de ellos en la revista Estampa, cuyo texto no es de gran ayuda para rellenar el hueco documental que existe sobre la unidad, pero incorpora unas fotografías de miembros rifeños de la compañía y del teniente Loperena. En otro reportaje realizado para la revista África se habla sobre la unidad:

«La Compañía Indígena de Montaña tiene un débil encuadramiento europeo: un suboficial  un sargento, tres cabos escribientes, uno practicante, dos soldados albañiles y otros dos carpinteros. El resto de la tropa, tres caídes, nueve sargentos, 25 cabos, y 125 soldados proceden de la recluta directa y voluntaria entre las cabilas del Rif alto, y sirven un periodo de tiempo de tres años. El mando de la unidad recae en un capitán de nuestro Ejército, quien tiene a sus órdenes un segundo, de la categoría de teniente, y que es a la vez ayudante y pagador [ ... ]

El equipo es muy ligero; lo forma el correaje  la cantimplora y la "skeres". El material que se emplea para la nieve es el esquí, las raquetas,  las grapas y las cuerdas Toledano y como deporte el trineo. Cada escuadra está dotada de un piolet. La instrucción y el ejercicio de estas fuerzas son intensos [ ... ] El armamento es el reglamentario: mosquetón Máuser, machete y dos fusiles Hotchkiss ligeros por sección. Las clases indígenas llevan pistola y "gumie". Y sobre todo ha construido en ellas refugios que emergen salvadores cuando la sábana blanca todo lo iguala. El refugio es una construcción sencilla, de mampostería y cubierta de cinc. En su interior hay una chimenea de leña, con combustible ... He aquí la importancia de estas fuerzas en la singular guerra de montaña. La aptitud extraordinaria del marroquí para esa guerra ... ».


A pesar de esta difusión y la admiración mostrada por parte de la prensa, la unidad no dura mucho tiempo. Con la llegada de la Segunda República, se realizan amplias reformas y reorganizaciones en el Ejército español en Marruecos como la disolución de unidades, una de ellas la Compañía Indígena de Montaña. Concretamente, el 18 de septiembre de 1931, se disuelve la unidad «quedando su personal agregado por partes iguales y hasta su amortización, a los Grupos de Regulares de Melilfa y Alhucemas, y entregándose el material a las Intervenciones Militares, las cuales se encargarán, para lo sucesivo, de sustituirlas en el servicio que venía prestando». Todavía en 1935, podemos comprobar en las plantillas de ambos grupos de Regulares el personal procedente de dicha compañía que quedó agregado a dichas unidades.

Más de una década después, ya en los años 40 del siglo XX, en el Regimiento de Regulares Llano Amarillo Nº 2, se forma una compañía de esquiadores compuesta por marroquíes englobados en dicha unidad.

Respecto a los uniformes que usaron en esta sección, en 1928 encontramos una breve pero muy interesante descripción donde indican que visten uniforme de paño de lana verde, con vivos y franja en los pantalones color verde claro. Otra referencia al uniforme la encontramos en 1929, en el mencionado diario África  cuando al hablar de esta compañía cita: «El vestuario de estas tropas recuerda al de los soldados regulares indígenas [ ... ] En invierno, turbante de franela, jersey gris, medias sin pie y calcetines de lana, y bota noruega. La gala consiste en un pantalón y una guerrera corta de paño verde oscuro. La prenda de abrigo la constituye una chilaba de paño también. En los temporales se abrigan con otra chilaba perfectamente  impermeabilizada. Usa, además, la tropa guantes de lana, manoplas y gafas de talco ... ».

Igualmente destaca que el personal español, en el uniforme de servicio y maniobras lleva un rombo, posiblemente verde, cosido en el jersey, así como las divisas de su empleo. Aunque algún autor ha identificado erróneamente los distintivos con los de las mehalIas jalifia­nas, realmente son los correspondientes a las intervenciones militares cuyo diseño se publicó en abril de 1926. Esta misma insignia, metálica, puede verse en los cuellos del uniforme de gala o en las diversas prendas de cabeza bien bajo corona, bien sin ella.

Por la carencia de material documental, es difícil aventurar cuáles fueron los motivos que llevaron a la disolución de esta unidad, pionera en el Rif las unidades de Montaña y en el uso de esquíes y de raquetas en el Ejército español. Pero de la breve historia de la sección y de la compañía conocemos varias de sus actividades y actuaciones, que en ocasiones fueron merecedoras de felicitaciones del mando para la propia unidad o para su oficial. 

Experimentaron técnicas de montaña y esquí, cuando no existían aún este tipo de unidades en el Ejército peninsular. Se probaron materiales de esquí y montaña, así como prendas y equipos para este clima y ambiente. Algunos de los refugios construidos han sobrevivido, al menos hasta hace unos años. En cualquier caso, la experiencia extraída por estos oficiales pioneros en las montañas del Rif, fue transmitida a los cuadros de mando que, a partir de 1944 se formaron en los cursos de montaña impartidos en la recién creada Escuela Militar de Montaña.

Francisco Javier Hernández Navarro. Licenciado en Historia
Antonio Prieto Barrio. Capitán. Ingenieros.

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