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9 nov 2017

Pero, Volvimos


Tuvimos, para decir verdad, sufrimos,  uno de los servicios militares más duros que había en mi época. Recuerdo que el día que nos licenciamos cantamos eso de: “y no volveros más…”, pero…, volvimos.

Era difícil que te tocara hacer el servicio militar en la Compañía de Esquiadores-Escaladores de la División de Montaña “Navarra” si no ibas voluntario:

  1. Te tenía que tocar en sorteo el CIR nº 11 en Araca, Vitoria.
  2. Ser del 2º o 6º reemplazo.
  3. Presentarte voluntario a la captación que realizaba la Compañía.
Yo había elegido quedarme en Vitoria, incluso les decía a los compañeros que se presentaron a esa captación, que la montaña era muy dura, que no sabían dónde se metían, etc.

Bueno, pues acabe en dicha Compañía, muy a mi pesar.



¿Fue duro?

Muy duro, mucho más de lo que me imaginaba. Vamos, un infierno…

En la Compañía estaban los que físicamente iban sobrados, los que teníamos que hacer un gran esfuerzo, y los que no podrían aguantar lo más duro.

¿Qué fue lo más duro?

Realmente todo fue duro. Desde la obligación de tener que hacer el servicio militar, la dura instrucción, la férrea disciplina, las inacabables marchas y sobre todo, el invierno.

Muchas veces cuando alguien me pregunta sobre la dureza, siempre soy yo el que les hace otra pregunta, ¿es duro el ciclismo?

La respuesta siempre es
.
Seguidamente les vuelvo a preguntar ¿Qué es lo más duro del ciclismo?

No hay otra respuesta, es la montaña.

Pues eso.

Hasta que llego el invierno fue aguantable. Por invierno no me refiero a las bajas temperaturas, que ya de por si aplica un plus de dureza; a estar tres meses que solo ves nieve. NO, no me refiero a eso.

Si de por sí las marchas en el resto del año ya eran muy duras, en invierno se salían de cualquier medida.

¡¡¡COMO PESABAN AQUELLAS MOCHILAS!!!

¡¡¡COMO LLORÁBAMOS CUANDO REGRESÁBAMOS
 AL REFUGIO DESPUÉS DE UNA LARGA MARCHA!!!


Solo el que lo ha vivido sabe lo que estoy tratando de explicar.


Cuando entre los amigos sale el tema de la “mili” me causa gracia que algunos, que lo mas que han hecho son guardias y alguna maniobra, se quejen.

Termine muy “quemado”. Cuando terminaron aquellas terribles maniobras, físicamente, no podía más, estaba lo que se dice, “listo de papeles”.

Antes de licenciarme pase unas semanas de mucha tensión psicológica, me quería ir, pero tenía mucho miedo a que, por cualquier “movida”, no pudiera hacerlo. La ansiedad me comía por dentro.

Llego tan ansiado día, y al final pude irme, como anteriormente dije, cante aquello de “y no volveremos más…”

Pero, volvimos.


¿Qué ocurrió?

Con el paso del tiempo creo que fuimos conscientes de lo que fuimos e hicimos.

Nuestro servicio militar no fue el normal de la mayoría. Pero fue muy positivo, pues nos enseñó que podríamos afrontar la vida, lo que normalmente se define con la expresión “nos espabilamos". Aprendimos a valernos por si mismos, con muy pocos recursos. Conocimos muestra verdadera capacidad. Y sobre todo, que no hay límites y siempre puedes superarlos porque la verdadera fortaleza esta en tu mente.

En definitiva, hemos llegado a tener cariño por aquella etapa, aprecio por nuestros duros mandos y orgullo por lo que hicimos.


Pasados los años no reunimos los veteranos, en el mismo cuartel, aquel que en un tiempo considerábamos como una cárcel. Dormimos en las mismas camas, apreciamos, y nos alegramos por ello, de las mejoras que ahora tenían los soldados actuales. Lo pasamos muy bien.

Que tiempos, que nostalgia.

¿Volvería a hacerlo?

Si pudiera, volvería, y sería un soldado…





J. Florencio, 2º/84