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12 dic 2013

El Hombre Frente a la Noche


El hombre trata de adaptarse al medio que le rodea y dominarlo. No obstante, y hasta que esta adaptación y dominio se produzcan, se encontrará sometido a él en su aspecto psicológico y fisiológico.

El estado fisiológico vendrá ligado al psicológico, existiendo en él períodos de actividad y reposo.

La importancia y la periodicidad de muchos de los fenómenos correspondientes a la actividad de los seres vivos ha empezado a valorarse y ser estudiada. Ejemplo de estos fenómenos cíclicos son el sueño y la vigilia.

Entre otros fenómenos típicos, los más importantes en la biología humana son aquellos cuyos períodos tienen una amplitud de 24 horas, y de ahí que se les llame circadianos.

Los Ritmos Circadianos.

El hombre, al igual que las plantas, tiene unos ritmos vitales que se repiten, aproximadamente cada 24 horas. Estos ritmos tienden a normalizar sus funciones fisiológicas, es decir, se siente necesidad de comer o dormir, a intervalos casi constantes, con independencia de la existencia o no de luz natural, ya que no es ésta la que impone el ritmo vital, sino el propio organismo humano.

Este ritmo afecta fisiológicamente al individuo de varias formas:

Modificando la temperatura del cuerpo, que va elevándose durante el día, alcanza su máximo entre las 17,00 y las 23,00 horas y desciende paulatinamente hasta alcanzar un mínimo entre las 03,00 y las 06,00 horas.

Disminución de la secreción lacrimal durante los períodos de somnolencia y sueño. Esta es causa de la sensación de picor en los ojos cuando se tiene sueño.

Disminución, de noche, de la presión sanguínea, las necesidades urinarias y el diámetro de la pupila.

Es importante resaltar que estos fenómenos ocurren al individuo de forma constante, con independencia de estar despierto o dormido; aunque en el primer caso se vean algo aminorados estos efectos.

Estos ritmos pueden invertirse o modificarse siempre que la suma del período de sueño más el de vigilia no excedan de 27 horas o sea menor de 21 horas. Para estos cambios, la adaptación no será completa hasta pasados de cuatro a diez días. Parece ser que es más fácil, además, invertir completamente el ritmo día! noche, que efectuar solamente modificaciones parciales en el mismo.



El Sueño.

El hombre necesita, por lo general, un tiempo dedicado al sueño, que varía de unas personas a otras y que puede estimarse entre 6 y 8 horas. La falta de sueño trae consigo, tal como estudios médicos han ratificado, una disminución en el rendimiento de trabajo de una persona, que es más acusado entre las 03,00 y las 06,00 horas, lo que debe tenerse en cuenta al planear operaciones militares, tanto desde el punto de vista propio, como el del enemigo.

Por otra parte, también hay que tener en cuenta que la pérdida de sueño continua se va acumulando y que el tiempo necesario para la recuperación varía de unos individuos a otros.

Con independencia de las alteraciones fisiológicas ya reseñadas que el ciclo vigilia! sueño impone al individuo, hay otros efectos físicos y mentales que el sueño le produce:

Disminución de la capacidad de vigilancia y de concentración en una tarea concreta.

Fallos de memoria que hacen casi imposible no sólo aprender algo, sino también recordarlo o simplemente poner en práctica unas determinadas instrucciones.

Lentitud de respuesta a las órdenes o su realización. Disminución de la capacidad de razonamiento lógico.

Dificultad para entender o expresar ideas, aun las más sencillas. Cambios en la situación anímica del individuo, que pueden variar desde la agresividad, pasando por la depresión, hasta la euforia.

Vistos estos efectos se plantea el problema de cómo enfrentarse a ellos, o al menos cómo paliarlos. Como norma general se pueden dar los siguientes consejos:

Si una persona sólo puede dormir unas horas durante un ciclo de 24, es preferible, si es posible, que lo haga entre las 03,00 y las 06,00, que son las más críticas y en las que su rendimiento es mínimo.

Debe, aun en situaciones apuradas, intentar conseguirse que el soldado duerma al menos un tiempo de 4 horas cada 24. De esta manera el rendimiento de la persona puede mantenerse dentro de límites aceptables durante varias semanas. Un tiempo menor de sueño, producirá un efecto acumulativo acusado, que traerá en poco tiempo una disminución en rendimiento casi total.

Debe tenerse también en cuenta que tras un período de sueño el hombre tarda alrededor de una hora y media en alcanzar un nivel de rendimiento que pudiéramos considerar normal; lo que es especialmente importante para aquellos que llevan a cabo tareas especiales o que exijan una rigurosa concentración.

Asignar, dentro de lo posible, diferentes misiones a la tropa, ya que la novedad aumenta la efectividad.

La consumición de bebidas tales como café, té o chocolate ayuda a mantenerse despierto, aunque a la larga trae consigo varios efectos secundarios, de los cuales los más importantes son: producir fallos en la coordinación psicomotriz del individuo y permitir que el cuerpo alcance niveles de cansancio físico peligrosamente altos.




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