Bien haya, que el Niño duerme.
Bien haya, que está dormido.
Ríen las flores, bien haya,
con el temblor del rocío.
Bien haya, que duermen, duermen
las sendas y los caminos
que a Ti conducen, bien haya,
y en Ti despiertan dormidos.
Bien haya, porque tu sueño
es el alba que ha venido.
Campanas blancas, bien haya,
que las mueve el Niño, Niño,
¡ay, con sus manos, bien haya,
y es el silencio el sonido!
Bien haya quien oye, oye,
este su toque infinito.
¡Campanas de Dios, bien haya!
¡Bien haya quien las ha oído!
José María Pérez-Salazar, poeta navarro. De su libro Caminos de la tarde.
Dedicado a todos los militares
que en estos días tan especiales
cumplen con su deber
y velan por nosotros.
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