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4 may 2019

Vida y movimiento en montaña invernal (4)




Esta marcha, como las demás, fue muy dura. ¿Que recuerdos tengo?

El inicio de la marcha se complico porque la nieve se pegaba a los antideslizantes, tuvimos que parar y dar cera. Se mejoro la marcha pero seguía pegándose la nieve.

Esta foto es de aquella marcha. Yo soy el que sostiene un esquí en cada mano al fondo.

Poco a poco fuimos cogiendo altura hasta llegar a una zona donde otros compañeros (los conejos) habían montado un vivac, o sea, los iglús ya estaban hechos, trabajo que nos ahorraríamos.

La marcha final hasta la cumbre la realizamos con crampones, y los esquís los llevamos al hombro, así aplicábamos otra técnica.

Cuando llegamos a la cumbre emprendimos el regreso esta vez esquiando, y este es uno de los mejores recuerdos que tengo de aquellas maniobras: esquiar cruzado toda la falda de la montaña,  y aunque bajo nosotros había un abismo que parecía no tener fin (si te caías seguramente te matabas), la sensación fue indescriptible... la velocidad, el riesgo...

¡Que bajada, como disfrutabas!

Lo mejor de todo, la bajada llegaba hasta el vivac.

Nos repartimos por los iglús y preparamos la comida: filete en crudo para freír y sopa de sobre. Hicimos la cena dentro del vivac.

Después de prepararnos para dormir (ropa y agua dentro del saco) nos metimos en los sacos y nos dispusimos para dormir, pero era imposible. Una gota de agua caía continuamente sobre mi saco. Como estábamos en silencio, hacia un ruido molesto que no te dejaba dormir.

Tuve que recurrir al poncho y extenderlo sobre el saco para que este se mojara lo menos posible.

Entre una cosa y otra, dormir, poco.




Al día siguiente emprendimos el regreso al refugio. Como siempre, llegamos llorando. Era una mezcla de la alegría por llegar y la fatiga por la larga marcha y el peso de aquellas mochilas. Solo los que lo han vivido puede saber de que estoy hablando.

El Teniente que estaba al mando solía poner a mi patrulla al final. Siempre eramos los últimos o penúltimos, recogiendo a los rezagados, animándolos a seguir. Ir al final ademas te supone un cansancio adicional pues nunca puedes coger ritmo. Un infierno.



Continuara...

J.Florencio, 2º/84









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