El tributo de las tres vacas que se celebra todos los años |
Esta vez me permito ilustrar esta marcha con el ancestral y conocido
tributo de las tres vacas que todos los años se celebra en dicho lugar.
Esta marcha fue la última, iría toda la Compañía junta, bajo el mando
del Capitán. No tenía dificultad pues se trataba en ir por la
carretera nevada desde el refugio hasta el hito que identifica el lugar.
Es una marcha bonita y durante su transcurso unas veces estas en España y
otras en Francia.
Para empezar se distribuyó la situación de cada sección en la
marcha. Mi sección, Armas de Apoyo, abriría la marcha, y mi patrulla sería
la que debía abrir huella con los esquís, foqueando. Hasta este momento siempre
nos habían elegido para ir en último lugar.
Jejejeje. ¡Que distinto es ir abriendo
huella!
Al ir los primeros eres tú el que marca el ritmo, más aún, si vas el
primero, si coges ritmo.
¿Qué ritmo impusimos?
Muy alto, y sin darnos cuenta. Nos animábamos entre los tres para ir más rápido. Ademas era como un desquite de las anteriores marchas.
A la hora (más o menos) nos ordenaron parar. Se acercó nuestro Teniente y
nos preguntó:
¿Estáis cansados?
NO, MI TENIENTE.
Respondimos al unísono (además, no se admitía otra respuesta a esa
pregunta).
Hay un mando que se encuentra un poco mal y le cuesta
seguir la marcha, debéis aflojar.
A LA ORDEN MI TENIENTE.
El Teniente se marchó y a nosotros se nos puso una sonrisa maliciosa
mientras nos mirábamos entre nosotros.
¡Jejeje, hay un mando que lo está pasando mal!
Pues a tirar a muerte.
Emprendimos de nuevo la marcha tirando más rápido. Nos conjuramos...
¿Qué paso?
Pues al rato nos ordenaron parar de nuevo. Se acercó el Teniente y nos
dijo:
Os va a relevar otra patrulla..., descansad y esperar
a que pase la gente y luego os ponéis al final.
A LA ORDEN MI TENIENTE.
Así que vimos como pasaba toda la Compañía..., un poco condolida
y maltrecha. Los "conejos" con la lengua fuera.
¿Nos habíamos pasado con el ritmo?
¿Qué había pasado con el mando que no se encontraba bien?
Pues se había retirado, se lo habían llevado al refugio.
Nos incorporamos a la marcha. Ahora te podías dedicar a apreciar más
el pasaje.
Nos cruzamos con varios grupos de franceses que hacían el
recorrido contrario y los cuales nos miraban sorprendidos.
Llegamos al destino. Luego de descansar emprendimos la vuelta.
Yo particularmente me encontraba muy bien y en la vuelta fui adelantando a
mucha gente, llevaba un buen ritmo y no podía parar. Estaba disfrutando
del foqueo, de la marcha nordica, por primera vez. Aunque ya
empezaba a sufrir las consecuencias del esfuerzo en forma de dolor de rozadura
en los pies.
Llegado al refugio y al quitarme los calcetines..., allí estaba, una
gran rozadura en los lados exteriores de los pies..., unos pequeños trozos de
piel y carne desgarrados.
Bueno, como después de cada marcha, la visita al botiquín a
curarme los pies..., muy concurrido el botiquín..., como siempre.
Esta fue la última marcha de aquellas maniobras. Dentro de muy poquito, …la
licencia.
¿Termino Belagua para mí?
NO.
Aun deberíamos estar más días en el refugio. Las secciones de los veteranos
se turnarían en su guardia mientras se hacían reformas y
reparaciones.
Cuando comencé estas narraciones indique que las cuadras adyacentes al
refugio se habían transformado en una galería de tiro con cientos de
sacos terreros que se habían colocado.
¿A quiénes les toco sacar esos sacos y quitarles la tierra?
Pues ya os lo podéis imaginar, además pesaban mucho pues estaban mojados.
FIN.
Dedico estos relatos a mis compañeros de los
reemplazos 2º y 6º de 1984, a los mandos, y en especial, a mi Sargento de sección, que fue el
mando que no se encontraba bien aquella mañana. Cuando me entere que fue el, me
arrepentí de haber tirado tan fuerte.
Un abrazo mi Sargento.
J. Florencio, 2º/84