Páginas

16 jun 2019

Vida y Movimiento en Montaña Invernal (y 6)

La Peña San Martín

El tributo de las tres vacas que se celebra todos los años
Esta vez me permito ilustrar esta marcha con el ancestral y conocido tributo de las tres vacas que todos los años se celebra en dicho lugar.

Esta marcha fue la última, iría toda la Compañía junta, bajo el mando del Capitán. No tenía dificultad pues se trataba en ir por la carretera nevada desde el refugio hasta el hito que identifica el lugar.

Es una marcha bonita y durante su transcurso unas veces estas en España y otras en Francia.


Para empezar se distribuyó la situación de cada sección en la marcha. Mi sección, Armas de Apoyo, abriría la marcha, y mi patrulla sería la que debía abrir huella con los esquís, foqueando. Hasta este momento siempre nos habían elegido para ir en último lugar.


 Jejejeje. ¡Que distinto es ir abriendo huella!

Al ir los primeros eres tú el que marca el ritmo, más aún, si vas el primero, si coges ritmo.

¿Qué ritmo impusimos?

Muy alto, y sin darnos cuenta. Nos animábamos entre los tres para ir más rápido. Ademas era como un desquite de las anteriores marchas.

A la hora (más o menos) nos ordenaron parar. Se acercó nuestro Teniente y nos preguntó:

¿Estáis cansados?

NO, MI TENIENTE.

Respondimos al unísono (además, no se admitía otra respuesta a esa pregunta).

Hay un mando que se encuentra un poco mal y le cuesta seguir la marcha, debéis aflojar.

A LA ORDEN MI TENIENTE.

El Teniente se marchó y a nosotros se nos puso una sonrisa maliciosa mientras nos mirábamos entre nosotros.

¡Jejeje, hay un mando que lo está pasando mal!

Pues a tirar a muerte.

Emprendimos de nuevo la marcha tirando más rápido. Nos conjuramos...


¿Qué paso?

Pues al rato nos ordenaron parar de nuevo. Se acercó el Teniente y nos dijo:

Os va a relevar otra patrulla..., descansad y esperar a que pase la gente y luego os ponéis al final.

A LA ORDEN MI TENIENTE.

Así que vimos como pasaba toda la Compañía..., un poco condolida y maltrecha. Los "conejos" con la lengua fuera. 

¿Nos habíamos pasado con el ritmo?

¿Qué había pasado con el mando que no se encontraba bien?

Pues se había retirado, se lo habían llevado al refugio.

Nos incorporamos a la marcha. Ahora te podías dedicar a apreciar más el pasaje.

Nos cruzamos con varios grupos de franceses que hacían el recorrido contrario y los cuales nos miraban sorprendidos. 

Llegamos al destino. Luego de descansar emprendimos la vuelta.


Yo particularmente me encontraba muy bien y en la vuelta fui adelantando a mucha gente, llevaba un buen ritmo y no podía parar. Estaba disfrutando del foqueo, de la marcha nordica, por primera vez. Aunque ya empezaba a sufrir las consecuencias del esfuerzo en forma de dolor de rozadura en los pies.

Llegado al refugio y al quitarme los calcetines..., allí estaba, una gran rozadura en los lados exteriores de los pies..., unos pequeños trozos de piel y carne desgarrados.

Bueno, como después de cada marcha, la visita al botiquín a curarme los pies..., muy concurrido el botiquín..., como siempre.

Esta fue la última marcha de aquellas maniobras. Dentro de muy poquito, …la licencia.

¿Termino Belagua para mí?

NO.


Aun deberíamos estar más días en el refugio. Las secciones de los veteranos se turnarían en su guardia mientras se hacían reformas y reparaciones.

Cuando comencé estas narraciones indique que las cuadras adyacentes al refugio se habían transformado en una galería de tiro con cientos de sacos terreros que se habían colocado.

¿A quiénes les toco sacar esos sacos y quitarles la tierra?

Pues ya os lo podéis imaginar, además pesaban mucho pues estaban mojados. 

FIN.


Dedico estos relatos a mis compañeros de los reemplazos 2º y 6º de 1984, a los mandos, y en especial, a mi Sargento de sección, que fue el mando que no se encontraba bien aquella mañana. Cuando me entere que fue el, me arrepentí de haber tirado tan fuerte.

Un abrazo mi Sargento.

J. Florencio, 2º/84











9 jun 2019

Vida y Movimiento en Montaña Invernal (5)

La Mesa, La Kartxela y ejercicio de rescate.




Es la cumbre de Navarra, se llama así porque era la frontera natural de tres reinos, Navarra, Aragon y Francia.

Para mi fue la marcha mas dura, la vuelta se hizo muy larga.

Que recuerdo de esta marcha: 

- El bosque, que se hizo muy difícil cruzar con los esquís. Fuimos por un sendero que estaba bloqueado por un gran tronco que no se podía esquivar y que obligaba a saltar por el. 

Como era habitual, nuestro teniente puso a mi patrulla al final, o sea, mas de media hora esperando a que los compañeros pasaran el obstáculo. Pase el ultimo, estaba solo ¿Donde se habían metido? Pufffff.


Estas imágenes son de aquella marcha
Cuando llegue al grupo (siguiendo mis instintos) sufrí la ira del Teniente que me propino un fuerte puñetazo en el pecho, que me hizo caer hacia atrás, pero como llevaba los esquís, se produjo el efecto "tentetieso" y como un resorte me incorpore..., fue algo cómico. Corramos un tupido velo.

- Los disparos. Seguíamos la marcha y en un momento dado el grupo en el yo estaba perdió la conexión con otro grupo. El Teniente le ordeno al Cabo 1º que hiciera un disparo para alertar al otro grupo.

Jejejeje. El Cabo 1º no llevaba la munición que se suponía debía llevar. Le habían pillado pero no se achanto y "requiso" mi arma y munición. Quítate la mochila, abre la mochila, pon el cargador en el subfusil Z. El hizo los disparos. Vaya, pensé de pronto que ahora me faltan 2 cartuchos, me puse algo nervioso pensado en cuando haya que devolver la munición.

- La niebla. Estábamos ya cerca de la cumbre cuando se metió una fuerte niebla que nos impedía ver nada. Prudentemente el Teniente ordeno que volviéramos.

- La dura vuelta. Fue mucho tiempo y no parecía terminar nunca. Delante de mi iba mi compañero al que llamábamos "coleto". Hice casi toda la vuelta animándolo para que continuara, le daba ánimos..., pero era mucho tiempo "foqueando". Mi mayor deseo es que estuvieran los camiones para recogernos.

No recuerdo si al final estaban o no estaban los camiones, pero si me acuerdo de la "panzá" de llorar que nos dimos todos cuando llegamos al refugio...



Es una montaña que se podía ver desde el refugio, el gran promontorio de detrás, relativamente cercano.


Esta marcha fue muy corta pues hubo que volver al poco de iniciarla debido también a la niebla. Salimos con ella pero el clima no mejoraba y antes de llegar al collado Bimbalet se ordeno la vuelta, lo cual nos produjo una gran alegría (un día sin sufrimiento).

Esta foto NO es de la marcha pero sirve para ilustrar como estaba el día, la niebla era mas cerrada


El ejercicio de rescate.

Se hizo en la carretera que va hasta la Peña San Martin, que en invierno siempre esta cerrada por las nieves. Decían que los quita nieves nunca pasaban mas allá de la aduana (un remolque) para evitar que los esquiadores vascos y navarros fueran a la estación de esquí francesa de Arette-La Pierre St. Martin. 

No se hasta donde fuimos foqueando. Llegado a un punto hicimos un ejercicio de sondeo para buscar supervivientes enterrados por un alud.

Luego vino el ejercicio de la camilla, el cual consistía en su montaje y el rescate de un herido. 

¿Como se montaba?

Dos de los miembros de la sección llevaban unos bastidores donde se colocaban sus mochilas. Se unían los bastidores y se le colocaban una acoples que sujetaban los esquís, los de la persona herida.

Hecha la camilla había que poner en ella a un herido. Personalmente creo que aquí se empezó a equivocar nuestro Teniente: eligió al soldado mas alto y pesado de la sección (recuerdo su nombre, Muñoz Barrientos), el cual se sintió muy afortunado en un principio (aunque al final no seria así).

Se introdujo en  su saco de dormir recostado sobre la camilla. Lo aseguramos con correas  y el Teniente ordeno donde se ponía cada uno para tirar de la camilla. El objetivo era llegar tirando de la camilla hasta el refugio...

El segundo fallo fue no ir por la parte mas llana sino hacerlo por la falda (bastante) inclinada de la montaña, esto hizo que el que estaba en la parte superior tuviera que soportar "muuuuucho" peso, demasiado. La camilla tenia mucha inclinación, un esquiador puede compensar la inclinación al cruzar una pendiente, pero la camilla NO. 

No, el que estaba arriba no podía con tanto peso. Continuamente volcaba la camilla, el  pobre que hacia de herido se empezaba a lamentar pues no hacia mas que llevarse golpes al volcar la camilla. Yo pensaba para mi que estaba mal la disposición, por lo menos tendría que haber otra persona mas arriba sujetado.

Al cabo de varios minutos y viendo que era imposible, el Teniente ordeno cambiar al que sujetaba desde arriba y (suerte la mía) yo fui el elegido. Puffff, empecé a  prever un oscuro futuro para mi persona.

No tarde en sentir lo mismo que la persona que me precedió en el puesto.

NO, no se podía, yo no podía. Mientras, el soldado Muñoz Barrientos, seguía llevándose los golpes por el continuo volcar de la camilla, y ya empezaba a quejarse. Que marrón

Llegado a un punto nuestro Teniente decidió probar sustituyéndome por el mismo en ese puesto.

¿Cambio algo?

NO, era imposible que una sola persona aguantara todo el peso desde arriba. NI nuestro propio Teniente.

A los pocos minutos de estar en esa posición, nuestro Teniente, comprobado en primera persona que era imposible, dio por concluido el ejercicio. Sabia decisión.

¿Que paso con el supuesto herido?

Pues ya estaba llorando. Ahora si que era un herido real. Creo que en toda su vida se habrá llevado tantos golpes, allí, atado, dentro del saco, sobre la camilla. Fue un verdadero alivio para él que terminara el ejercicio.



J. Florencio, 2º/84.

Continuara. Muy pronto el último capitulo, La Peña San Martín.