4 mar 2019

Cuatro Estaciones


Asi se titula el libro de poemas de nuestro compañero Juan Galve Gilabert, ya terminado y editado. En el hay incluido una dedicatoria a nuestra unidad y un poema...


INTRODUCCIÓN 


Heme aquí nuevamente, de lo cual yo mismo me sorprendo. Parece que las musas han decidido quedarse un tiempo más a mi lado. Doy gracias por ello y espero no me abandonen.

Aprovecharé tal circunstancia, ya que así me encuentro como si estuviera flotando en una nube, una nube oronda, sin ganas de soltar lastre todavía. 

Bien es cierto que cada vez es más complicado no caer en el uso de expresiones ya utilizadas en trabajos precedentes, así como encontrar esa variedad, no sólo en el vocabulario sino, en la composición temática. 

La capacidad para escribir sobre cualquier cosa, y hacerlo bien, está reservada para unos pocos. Yo me conformo con no salirme de mi pequeña parcela y, en todo caso, realizar algún escarceo de vez en cuando, probando hasta quedar satisfecho. 

El título del libro viene dado por el hecho de que, realmente, han sido cuatro las estaciones del año las que he tardado en escribirlo, coincidiendo, también, con un poema del mismo nombre, que trata del amor y el desamor, desde que se inician las primeras pasiones, pasando por un deterioro paulatino, acabando en un punto en el que, aparentemente, ya no queda nada. Cada etapa se correspondería con cada una de las estaciones.

En esta ocasión, ya no han surgido tan a menudo esos poemas en los que predominan la veracidad y crudeza, que tanto tiempo han estado hurgando en los rincones más sensibles de los sentimientos; son aquellos que tienen que ver con el dolor, los recuerdos de los que no puedes desprenderte y que tanto pesan, y que tanto daño hacen, y que siempre están presentes; los relativos al tormento sobre la vida y la muerte, o esas espinas clavadas que quedaron, imposibles de extirpar. Sin embargo, son los que proporcionan mayor sosiego y liberación interior al compartirlos con la luz y el aire, y con el lector, si así lo decide. Aunque todavía quedan remanentes, e irrumpe alguno de vez en cuando, ya no es esa necesidad imperante que me forzaba a plasmarlos. 

Escribir sobre el universo de lo erótico se me antojaba imposible, pero estar integrado en un grupo de personas, poetas llenos de ilusión por sembrar la semilla de la poesía en este mundo falto de su esencia, ha sido clave. Sólo con que uno de ellos proponga el tema, la imaginación vuela en busca de las herramientas necesarias para intentarlo. Y da resultado; algo que ni tan siquiera te planteabas pasa a ser un reto que necesitas culminar. 

Una de las novedades de este poemario ha sido, pues, la inclusión de la poesía erótica. No sé si he conseguido el propósito, ya que no he leído nada en lo relativo a esa parcela pero, sabiéndome falto en ese aspecto, ciertamente, es muy interesante. También es arriesgado ya que, al final, una parte de lo que se refleja tiene mucho que ver con tus propias experiencias, yeso te conduce hasta el grueso y amplio muro Ca veces bendito, otras no tanto) del pudor, a la hora de relatarlo. Cuesta deshacerse de él para definir, desmenuzar el contenido y, a la vez, sintetizarlo para trasladar de manera clara y abierta, o sugerente e insinuante, las emociones de lo que quieres transmitir. 

Algunas de las páginas contienen duras críticas al poder e igualmente sobre la política actual, algo que hubiera preferido evitar incluir en un libro pero, viendo cómo evolucionan los acontecimientos, he creído que debía hacerlo, intentando ser coherente con mis ideas, principios y valores que he adquirido y conservado hasta ahora, aun a riesgo de recibir duras críticas si se perciben aviesas intenciones. Simplemente, me siento en la obligación de escribir lo que realmente pienso, tratando de no herir sensibilidades, no es lo que he pretendido, pido disculpas de antemano si alguien se siente ofendido. 

Son una constante para mí hablar sobre el amor y el desamor, el romanticismo, la ironía, referencias a mi tierra y su entorno; no dejo de lado la fantasía, los sueños, la amistad, la esperanza, la naturaleza y algún que otro guiño para los más jovencitos, sin olvidarme de mi nieto. Sutilmente, aparecen mis "compañeros de rimas", grandes poetas, con los que me encuentro muy a gusto. Igualmente, hay una particular dedicatoria para el grupo de la Compañía Especial de Esquiadores/Escaladores de Alta Montaña, a la cual pertenecí hace ya unos cuantos años, y de lo que me siento muy orgulloso. Y, cómo no, un regalo para mi esposa y, otro, que me provoca montañas de añoranza, para mis dos hijos, que son las notas que completan mi pentagrama. 

Sigo usando el verso libre, tal como he hecho en los anteriores trabajos, con un estilo propio y reconocible, en el que pongo toda mi pasión, la experiencia, que poco a poco voy acumulando, y la mayor de las ilusiones. 

Dentro de mi limitada capacidad lingüística, trato de que, harto difícil, cada uno de los poemas sea diferente y especial, por lo menos para mí, por eso, no es mi intención primaria que gusten al lector, soy muy exigente conmigo mismo y, ante todo y, sobre todo, tienen que dejarme plenamente satisfecho con el resultado, de otra manera no soy capaz de incluirlos en el poemario. A partir de ahí, mi anhelo es que provoquen sensaciones a quien los lea, ser capaz de transmitir algo de lo que yo he experimentado conforme iban brotando. 

A veces es difícil lograr comprender lo que alguien relata desde lo más profundo de su ser, lo que ha querido decir en unos pocos versos, pero tampoco es necesario que sea así, simplemente es suficiente con disfrutar del contenido, de la musicalidad, del juego de palabras y, en fin, de algunos de los muchos matices que posee y transmite el poder de la poesía como, soñar, imaginar, evadirse de la rutina y de los problemas ... , emocionar, sentir. 

Lo cierto es que, en cada uno de mis libros, desnudo mi alma y mi corazón, dejando en ellos una buena parte de mí y del color de mis sentimientos a la vista de todo aquel que se adentre a descubrirlos. 

Éste, ha sido un trayecto emocionante y adictivo, del que no sé si podré prescindir en adelante. Si no se me ocurre algo interesante para seguir escribiendo, tendré que buscarlo en alguno de mis viajes interestelares, en los que suelo perderme a menudo. 



Poema para unos valientes



Compañía especial,
cazadores cuando atacan. 
 Nacieron en Estella
y hoy, en Pamplona y Viella,
 y en Jaca destacan.

Nacidos para luchar,
 sobrevivir en las montañas,
 escalando verticales
 grandes rocas encrespadas.

Del frío y calor compañeros;
 la lluvia, niebla y el barro
 son siempre los aliados
de estos bravos montañeros.

Lo difícil es rutina,
lo imposible son sus retos
 que consiguen con esfuerzo
 trepando hasta los cielos.

Caminos accidentados no existen,
 ni ríos profundos o helados
que no puedan vadear
y les impidan cruzarlos.

Se deslizan por los hielos
sobre lenguas de glaciares,
 ascienden duras paredes
con unos viejos crampones
y un simple piolet desgastado.

Su Medio Ambiente es la nieve, 
 su hogar, entre bloques helados,
 desconocen la sed y el hambre,
 el dolor, la derrota y los miedos.

Cuando caminan, no paran.
Salen al alba y sólo, 
cuando termina el ocaso
 y brillan luciérnagas en lo alto,
hecho el trabajo ... ,
descansan.

Valientes Esquiadores,
 intrépidos Escaladores,
 les protege una Estrella,
 una preciosa insignia
 que portan con orgullo
 en su casaca guerrera.

Protegiéndonos tras un velo,
y más amigos que compañeros,
velando están por nosotros
nuestros luceros del Cielo,
nuestros valientes y Nobles Guerreros.



Quiero dedicar este sentido poema a la Compañía Especial de Alta Montaña de Esquiadores Escaladores de Estella/Jaca/Viella/Pamplona. A todos aquellos que pertenecen, a los que un día pertenecieron, a quienes en un futuro lo hagan, a Juan Florencio Domínguez y Kepa San Blas. A mis Veteranos, de los que tengo muy buenos y entrañables recuerdos.

Con todo mi cariño, a mis admirables "Conejos", un abrazo a Roberto Fernández García, que todavía se acuerda de mí. A todos los Mandos, particularmente a los de mi quinta. A quienes, lamentablemente, se nos han ido, pero sé que están ahí, velando por nosotros. Y, muy especialmente, a mis grandes amigos "Bisagrones" y "Grandes Buitres", con los que compartí tantas alegrías como penurias: José Miguel Bitrián, Manuel López García, José Díaz Linares, Ulpiano López Moreno y José Malina Gisbert. 



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