15 sept 2018

V ENCUENTRO DE VETERANOS



El dos de junio de 2018 volvimos a reunirnos los Veteranos para celebrar el encuentro anual, ¡ y ya van cinco!

Una vez más acudimos a la llamada de nuestra Compañía.

Esta vez, lo haríamos en Prádena del Rincón, en la gran sierra madrileña, a tiro de piedra del puerto de Somosierra..

¿Cómo habíamos acabado en allí? La respuesta es evidente: Luis Santiuste había propuesto su pueblo como sede de nuestra reunión anual y tras examinar las posibilidades nos pareció bien. Al estar situado en el centro de la península podría facilitar que viniera más gente.

El plan era bueno y las condiciones adecuadas a las fechas y la economía de la mayoría del grupo.

Fue un encuentro con muchas sorpresas y prueba de ello fue que antes de llegar incluso, ya teníamos la primera.

En el camino, a un par de horas de la llegada recibo una llamada al "manos libres" del coche:

-¿Kepa?

-¿Sí, quién eres?-yo a la expectativa, dado que el elevado numero de asistentes, y el importante desplazamiento que suponía para muchos, facilitaba cualquier desbarajuste o embrollo, y cuando hay algo así, ya sabéis a quién llaman...

-¡Soy Juan Carlos!

-¿...?

-¡Juan Carlos Segura, tu Sargento!

-¡Ostia, qué alegría!¿Te has animado al final a venir?

-Lo siento, pero no me puedo quedar. Estoy de viaje y he decidido desviarme y pasar a saludaros a Prádena. La pena es que tengo que marchar en breve a Pamplona y ...¿te falta mucho para llegar?

-Pues unas dos horas, he salido tarde por los chavales y no llego hasta entonces.

-De verdad que lo siento, pero debo marcharme. He estado con algún compañero y los he saludado.

-¿Y no puedes esperar un poco?

Se me echa el tiempo encima y tengo un largo viaje. Salgo ya. Seguid manteniendo así el espíritu de la Compañía, cuídate, un abrazo.

-¡Joder que pena! Si no puedes aguantar más...espero que podamos vernos en algún otra ocasión  para saludarnos. Cuídate y lo mismo: un fuerte abrazo.

Luego al llegar, me contaron los compañeros que tuvo que presentarse, al no haber coetáneos suyos que hubieran llegado. De manera inmediata fue reconocido y como tal aceptado.

La conversación fue más o menos así, aunque en el coche, con familia, y contando que no soy demasiado locuaz por teléfono (creo que me expreso mejor en persona o por escrito) las palabras me salieron con mayor dificultad.

Ello no me impidió saludar de corazón al que fuera "mi" Sargento, en la segunda sección.

A pesar de que no pudiéramos saludarnos en persona, esta llamada me dejó una agradable sensación, presagiando , a  mi entender, que las cosas van por buen camino.

Por fin llegamos a Prádena del Rincón. Pensaba que era más pequeño, aunque todavía podías perderte o no encontrar el alojamiento. Como le sucedió a algún "conejazo"...

En una estrecha calleja veo multitud de coches dificultando el paso.-¡ahí debe de ser!-comento a los míos. ¡Y por supuesto, el legendario sentido de orientación de los "esquiatas" no quedó en entredicho!

Bajamos las maletas y vienen a saludarnos. Esto de las redes sociales facilita el contactar con personas distantes y desconocidas. Nada más llegar vinieron acudieron varios compañeros, incluidos algunos que  no sabía quienes eran, aunque con alguna referencia, de manera inmediata nos reconocimos.

Abrazos y saludos. Y empiezo a darme cuenta de que la "familia" de los esquiadores va creciendo.

Como en otros años, la cena de bienvenida la hacemos con lo que cada uno ha llevado.
Empanadas, paellas, embutidos,tortillas, sandwichs y demás viandas, además de sidra astur y vino riojano, son expuestas en una gran mesa.

 Representantes de la Segunda Sección de 1983.
El cielo comienza a ennegrecerse y empezamos a preocuparnos: en internet el riesgo de lluvia a  esta hora se dispara. La previsión no es nada halagüeña. Las nubes nos advierten de forma evidente de lo que se avecina.

Le comento a Luis y decidimos trasladar todo a un local municipal, que nos pueden ceder.
En una camioneta cargamos la mayoría de las cosas y lo demás lo llevamos a mano -"total, no creo que el local esté muy lejos".

El cálculo de la distancia no fue todo lo exacto que hubiéramos deseado: a algunos nos costó rebautizarnos.

Cae... ¡pero como si no hubiera caído nunca!.

Más menos, como cuando estuvimos de maniobras con los paracaidistas.

Una vez a cubierto, nos secamos e instalamos en un coqueto local a cubierto de las inclemencias meteorológicas. Un pabellón municipal donde instalamos las mesas, perfecto para lo que necesitábamos.

Continuamos la cena y ya cómodos, volvemos a contar anécdotas de la "mili", a echar unas risas, a fanfarronear y al final, a disfrutar de los compañeros y sus familias.

De nuevo pudimos comprobar la ingente cantidad de comida que aportamos cada uno. La generosidad del montañero trasladada a la mesa.

Sobro de casi todo y en cantidad.  Para otra ocasión debemos preveer esto y organizar de mejor manera la alimentación.

Cuando acabamos de cenar, seguia lloviendo.

Volvimos al alojamiento rural y estuvimos de tertulia en un estrecho pasillo, el tiempo obligaba.

Saqué una crema de orujo gallego, unos tres litros, (que nos conocemos...) y los demás se animaron a compartir otras bebidas.  Tragos y risas, disfrutando, conociendo a parejas de compañeros y escuchando música.

Pronto fuimos a dormir. Debíamos de madrugar para subir Peñalara.  Suele haber problema de aparcamiento, aún teniendo un gran lugar para ello, y cuando se llena la Guardia Civil cierra el acceso y resulta imposible hacerlo. Sabemos que los montañeros madrugan, debíamos garantizar el aparcamiento y por ello el despertador debía de levantar al gallo.

Al día siguiente, con los ojos pegados y una suave  resaca, nos concentramos en la plaza del pueblo para salir hacia el monte.

No llovia y eso nos hacía albergar esperanzas de alcanzar la cima.

Tras un rato conduciendo, llegamos al parking, junto al centro de interpretación del macizo de Peñalara.

Una vez allí, no dejó de caer agua en toda la mañana. Se nos empañaron hasta los objetivos de las cámaras, como consta.

Tras contrastar opiniones, decidimos por unanimidad no iniciar la ascensión. Sus 2428 metros, siendo el techo de la sierra de Guadarrama, garantizan problemas en situaciones de inestabilidad como la de ese momento.

Ibamos un heterogéneo grupo de montañeros: familias con niños incluidos, e incluso entre nosotros, había un guía de montaña de la comunidad de Madrid, el cual nos desaconsejó desde el principio meternos en semejante aventura. Ya él nos había propuesto otro recorrido, aunque con ese tiempo...

Por cierto, pudimos compartir momentos con otra boina: ese compañero era veterano de la COE.


Tuvimos que refugiarnos en las instalaciones donde se prestaron de manera amable, a ponernos un interesante documental sobre el parque.

Un momento de tregua facilitó que pudiéramos hacernos una foto de grupo con la Bandera, y los Banderines.


Varios de la zona, expusieron la posibilidad de visitar el monasterio de Santa María del Paular, y Diego se encargó de las gestiones.

Con semejantes condiciones meteorológicas tuvimos que aprovechar y logramos reservar una visita guiada para el grupo.

La verdad es que merece la pena verlo, altamente recomendable y sobre todo, al final tiene una sala increíble.

Fue un acierto.

En las escaleras del monasterio inmortalizamos nuestra visita:







Finalizada la visita, fuimos a comer.

Una vez terminado, y en la sobremesa, saqué varios obsequios que iba a entregar como recuerdo a los amigos.

Hice unos cincuenta llaveros de cuero para dar, uno a cada uno, y logré que nadie se fuera sin nada.

Después hice entrega de algunos personalizados a varios que de una forma u otra destacan , como uno con un jabali grabado a Óscar, como cazador. Otro con un caballo a Domingo, gran aficionado a la equitación.


A Patxu uno grabado de un casco espartano, haciendo referencia a sus preferencias de sacrificio en el entrenamiento. También le entregué uno para Vega con un toro grabado y otro a Vicente.

Llamaba a cada uno,  les hacía entrega del presente y nos dábamos un abrazo.

Faltaban tres regalos a tres compañeros muy especiales.

En primer lugar le di a Fran Ruiz un vacía-bolsillos de piel con el "cangrejo" de Estella cosido en bajorrelieve con sus colores.


Es un compañero que siempre intenta ayudar y este pasado año ha sufrido una temporada nefasta, aunque como decían nuestros mandos: "todo podía haber ido a peor"

Además estrena piso, con lo que ya tiene algo para "amueblar".

Después entregué otro vuelca-bolsillos de cuero natural, con el emblema de Estella repujado a Iñaki.


Sobra decir que siempre ha tenido un detalle, como los llaveros que nunca faltan en las quedadas.

Este año nos obsequió con otro, esta vez en forma de un precioso hongo en preciosa madera. Como acostumbra, un trabajo excepcional.


Y el último vacía-bolsillos fue para Antonio Hernandez. Nunca deja de "agitar el avispero"en el grupo, y es responsable de que en ninguna ocasión hayan faltado camisetas conmemorativas de cada encuentro, cortesía de su empresa Color Plus.

 Por supuesto esta vez volvió a regalarnos la anhelada prenda. Pensé que también merecía otro vuelcabolsillos como el de Iñaki, aunque esta vez el cangrejo repujado era el que le correspondía: el de Pamplona, el mío.


Aguantamos un  rato en el restaurante y poco después, casi con la comida en la boca, volvimos a Prádena, ya que se nos echaba el tiempo encima y habíamos quedado para hacer una barbacoa.

Cuando llegamos ya estaban preparando el  fuego los dos encargados de ello que habíamos apalabrado a través de Luis.

El clima también apremiaba ya que negros nubarrones se desplazaban hacia nosotros, y si queríamos comer todos juntos debíamos hacerlo en una gran mesa en la terraza del alojamiento.

Por todo ello hubo que adelantar la cena. Por otro lado puedo decir que la barbacoa estuvo bien, aunque no disfrutamos de ella por la premura.

Comenzó a llover de nuevo, aunque habíamos finalizado. Saqué lo que me quedaba de la crema de orujo finamos la botella. Luego fuimos al bar del pueblo, a unos cien metros. Imaginad la cara del camarero, que avisado tenía refuerzo, al ver aparecer a un montón de "esquiatas" sedientos tras devorar una barbacoa horas antes.

Allí estuvimos cómodos un buen rato, como no había que madrugar al día siguiente aprovechamos.

Varios compañeros tenían un largo viaje para retornar a sus hogares, al día siguiente partirían temprano.

Al día siguiente, los restantes, visitamos el hayedo de Montejo.



En 2005, la Unesco declaró la zona "reserva de la biosfera" y pudimos comprobar que estaba cuidado de manera exquisita.


Las visita siempre bajo la supervisión de un guía titulado, por itinerario del que no podías salirte, e intentando no variar el entorno de ninguna manera. Incluso cuando alguno de nosotros, niño o no, abandonaba el camino recibía un "toque" del personal del parque.



Es un bosque casi virgen. Los trabajadores se esmeran en mantener inalterable el ecosistema de forma estricta y eso se nota.

 




Ya dijo Fran que se veían plantas y flores que no existen ya en otros lugares sin la protección medioambiental que disfruta este lugar.











En primer lugar, pedir perdón a los compañeros que debido a circunstancias ajenas, sufrieron algún contratiempo. Existió también alguna otra diferencia, desde aquí pido disculpas por la parte que me toca.

Cuando se organizan eventos de este tipo, que todo funcione de manera ideal es muy difícil.

Esperemos que el próximo año, aprendamos de los errores y vayamos mejorando entre todos.

Quiero agradecer de corazón a todo aquel que acudió,  una vez más, a la llamada de nuestra Compañía. El grupo humano va creciendo, y se notó en esta cita. Nos reunimos más de veinte veteranos, y algunos con sus familias.  A veces, en las que aparecieron de manera puntual algunos compañeros a pasar unas horas, nos juntamos unas cincuenta personas. Se convierte en un número respetable. Cuando se ubicó cerca de Madrid así lo pretendíamos, y aunque no estuvieron todos los que hubieran querido, los que fuimos los recordamos y tuvimos presentes.

Desde aquí os invitamos a la cita del próximo año, esperando que os animéis, ¡aunque llueva!

Un fuerte abrazo a todos.




1 comentario:

Unknown dijo...

Esta noche mirando internet y buscando recuerdos he encontrado esto.No tenía ni idea de que algunos de los que hicimos la mili en esquiadores de Aizoain conservaran está hermosa hermandad....hace tantos años que estuve allí que no recuerdo ni nombres de aquellos a los que traté y cuidé como médico de esta compañía durante los años 84/85....ya me gustaría volver a muchos de ellos ,pero creo que sería un absoluto desconocido para ellos,ya que no mantengo contacto con ninguno de ellos.Yo fui allí un rato elemento..Médico y de Vera(Almería) ...todos alucinaba con mi procedencia y estar allí en tan lejano y frío lugar ....Un gran abrazo para todos aquellos que persisten en mis recuerdos como compañeros y a los que ya no soy capaz de reconocer ... pero a los que conservo un gran cariño

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