El hombre adquiere en la montaña el máximo valor, pues va a ser quien incline el resultado de la contienda demostrando en los momentos decisivos sus valores morales y el grado de instrucción alcanzado.
Además de los valores que señala nuestra Doctrina, debe tener un gran espíritu de sacrificio y afán de superación, que le permitan sobreponerse al enorme desgaste físico que le ocasionan los continuos movimientos a pie y la crudeza del clima.
Delante de sus hombres, sometiéndose a los mismos esfuerzos y rigores que sus subordinados, como espejo en el que se tienen que contemplar en todo momento, está el Jefe, desde la más reducida unidad hasta la mayor de las grandes unidades que combaten en montaña.
El soldado de montaña debe ser inicialmente seleccionado y captado entre los que se incorporan a filas, buscando el de mejores condiciones sicofísicas, lo cual permitirá que alcance progresivamente el mayor grado de instrucción tanto táctica como técnica; se iniciará con cortos recorridos, para alcanzar la capacidad de realizar los mayores esfuerzos sin disminuir su eficacia.
El combatiente de montaña, de mayor o menor grado de especialización técnica, se clasifica y encuadra en: Especialista de Tropas de Montaña (Esquiadores-Escaladores) y Tropas de Montaña (Cazadores).
El primero está preparado y equipado para vivir, moverse y combatir en todo tipo de montaña durante todo el año, aunque por tiempo limitado en la alta montaña y época invernal. Se encuadra en pequeñas unidades hasta una entidad máxima de Cía.
El segundo, encuadrado en las Armas y unidades logísticas que constituyen las grandes unidades, será capaz de vivir, moverse y combatir en la baja y media montaña durante todo el año, aunque por tiempo limitado en época invernal. Algunas de sus unidades podrán vivir y moverse en alta montaña en época estival.
Texto procedente del "Reglamento de Combate en Montaña", 1990.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si deseas contactar, indica una cuenta de correo electrónico, u otro medio, gracias.