24 jun 2018

Juan Galve Gilabert

Juan Galve es uno de los veteranos de nuestra Compañía, de la época de acuartelamiento en Estella. Ha escrito un libro sobre sus vivencias durante el servicio militar. 




AGRADECIMIENTOS

A mis compañeros y amigos: 

José Diaz Linares, José Miguel Bitrián, José Malina Gisbert y Manuel López García, por animarme a comenzar y continuar el relato de esta obra hasta el final. 


DEDICATORIAS 

A todos mis compañeros, los que están y los que, lamentablemente, no, que participaron conmigo en aquellas maniobras en las que tantas penurias pasamos, lo que nos proporcionó carácter y tenacidad. 

A mis hijos, por aguantar estoicamente ésta y otras vicisitudes y anécdotas de mi servicio militar, tantas veces contadas. Y, especialmente, a mi querida esposa, mi novia por aquellas fechas, que, gracias a su apoyo y ánimo, además de su demostración de amor por soportar todos los relatos de mis vivencias militares, aportándome la esperanza que necesitaba, me infundió las fuerzas suficientes para superar todas las situaciones adversas acaecidas.



PRÓLOGO

Hay determinadas expresiones en esta historia que, para quien no esté familiarizado con ellas, pueden resultar extrañas, casi groseras. Me gustaría aclarar de dónde salen algunas de ellas: 

LA DENOMINACIÓN DE BISAGRÓN y BUITRE, ¿DE DÓNDE VIENE? 

Bisagrón: 

Se debe a la singularidad, como Cuerpo Especial al que pertenecíamos. Únicamente había en España dos Compañías Especiales de Alta Montaña de Esquiadores-Escaladores (1), una en Viella (Lérida) y la otra, la nuestra, en Estella (Navarra).

En nuestra Compañía solamente se realizaban dos reemplazos, no cuatro como en las demás, lo que daba tiempo suficiente para hacer buenos amigos, como así sucedió. Al llegar, nos iniciábamos como "Conejos" y, cuando los veteranos se licenciaban, ascendíamos varios Galones ya que, automáticamente, pasábamos a ser "Bisagrones" o, cariñosamente entre nosotros, "Bisa". 

Esta denominación deriva de "Bisabuelo", que es hasta donde llegaban en el resto de Compañías. Nosotros le dábamos más énfasis "Bisagron " suena más profundo, lo que causaba cierto respeto añadido a los militares de las Compañías habituales. A estos, les llamábamos Pistolos (sin ánimo de ofender). 

En una Compañía normal, los reemplazos eran cada tres meses. Comenzaban siendo Hijos, luego Padres, más tarde pasaban a ser Abuelos, y, por último, Bisabuelos, sin alcanzar el grado de Bisagrones. Ese plus, esa diferencia, la daba el pertenecer a una Compañía Especial, esto era motivo suficiente. 

Gran Buitre:

Por la manera desesperada de querer apropiarnos de la comida cuando la servían en grupo (no quedaba rastro de ella), acción provocada por el hambre que padecíamos en no pocas ocasiones. El que se descuidaba se quedaba sin comer, o casi, no éramos tan brutos.

También, por querer acaparar las situaciones difíciles y comprometidas (con riesgos) en cualquier hecho acaecido, donde aparecían nuestra fuerza, rabia, tenacidad, respeto y compañerismo que nos ayudaban a superarlas. No había miedo, sí cierto grado de precaución. Estas cualidades desarrolladas en este ambiente, sirvieron para que, nosotros mismos, nos adjudicáramos este sobrenombre, llevándolo con mucho orgullo, con cariño y fuerte emotividad; como un Galón más. 

Barraca:

Cama, litera, lugar en el que dormíamos. En plena juventud, nos arrancan de nuestras raíces, nos arrebatan la preciada libertad por algún tiempo, dejándolo todo atrás: lo más querido. 




...

Era agosto del 79; íbamos destinados al CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) de Vitoria (Álava). Allí nos tocó en suerte ir al cuartel de Estella (Navarra), acabando nuestro servicio militar en Pamplona.

El trayecto hasta Estella fue en autobús, en el que se inició un primer contacto con mis nuevos compañeros, con los que, a partir de ahora, compartiría todo tipo de sucesos. 

El autobús era casi arcaico, obsoleto, y circulaba con monótona e insoportable lentitud.

Así como nos acercábamos a nuestro destino, las montañas nos iban rodeando, forzando que la carretera se tornara más sinuosa, a la vez que el cielo se teñía de gruesas y oscuras nubes que absorbían la ya poca luz que el atardecer del sol se llevaba. Se apresuró a llover y la oscuridad casi se hizo noche; un entorno lúgubre se adueñó a nuestro alrededor y parecía anunciar incertidumbre y presagios poco halagüeños. Hubo muchos minutos de silencio. 

Llegamos al Cuartel de Estella y, al entrar, nos quedamos parados y sorprendidos.






Enfrente nos esperaban todos los soldados de nuestra Compañía agrupados y expectantes, viendo cómo accedíamos al Cuartel. Callados, nos miraban con una gran sonrisa en sus caras. 

Para ellos era emocionante ver entrar a quienes iban a ser su relevo, veían más próxima su marcha a casa. La blanca (2) estaba más cerca.

De repente comenzaron a gritar alborotados,  Conejos, Conejos...,  repetían, ¡ya estáis aquí!, ¡no sabéis lo que os espera!

Nos saludaban y abrazaban. Todo parecía raro, no era lo que nos habían contado sobre las novatadas que gastaban al llegar. Había buenas sensaciones. Lo que no sabíamos es que esas novatadas vendrían esa noche, que se prolongaron hasta la madrugada y siguieron la noche posterior.

Aquí no se gastaban las bromas pesadas típicas de otras Compañías, porque la convivencia entre veteranos y "Conejos" iba a ser larga y compartida. Prepararon mucho vino, sangría y zanahorias para nosotros, los nuevos Conejos, participando todos, tanto ellos como nosotros, para terminar cantando y saltando por aquellas habitaciones. A mitad de noche nos volcaban las barracas y nos daban más zanahoria. Ya no nos acostamos pero ellos seguían volcando las camas. Todo era juerga y buen ambiente, aunque los Jefes nos llamaron varias veces al orden. 

Por la mañana nos decían que si sabíamos dónde nos habíamos metido, que las íbamos a pasar putas. Estaban eufóricos contándonos lo que nos iba a caer...



(1) El autor se refiere a las 2 compañías que existían a nivel de división, la de Viella en la División de Montaña Urgel nº 4, y la de Estella en la División de Montaña Navarra nº 6. Tenían la peculiaridad de ser completamente independientes, siendo la cadena de mando muy pequeña, Capitán de la Compañía y General de la División.  Eran las unidades mejor preparadas y equipadas de las tropas de montaña. Sus acuartelamientos también eran independientes y solo estaban ocupados por estas unidades.

En el Ejercito existían otras cuatro compañías de esquiadores-escaladores, pero estas dependían de un Batallón y Regimiento. Tres en la Brigada de Alta Montaña, en los batallones de los regimientos Galicia 64 y Valladolid 65, en Jaca, Barbastro y Sabiñanigo. La cuarta compañía era la de la EMMOE en Jaca (Candanchu).

En la actualidad solo existe una compañía, la Compañía de Esquiadores-Escaladores 1/64, dependiente del Regimiento Galicia 64. Esta unidad es la antigua de Viella y es depositaria de el historial de todas las demás compañías que han existido en el Ejercito.

(2) La cartilla militar que cada soldado  tenia. No la veías hasta que te licenciabas.






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