13 oct 2019

El Relato


Se acerca el 24 de Octubre

Reproducimos el relato del General de División D. Luis Palacios,
Teniente de la Compañía en 1964,
que fue  publicado originalmente en el nº 2 de la revista


Cada año, un grupo de soldados de la Compañía de Esquiadores Escaladores Paracaidistas (Cía. EE. EE. PP.), de la antigua División de Montaña n° 62, nos reunimos en las laderas del monte Orhi, Pirineo navarro. Allí, junto al túnel que atraviesa la montaña, hay un sencillo monumento, una cruz y una lápida con cuatro nombres, que recuerda los acontecimientos ocurridos en ese entorno, el 24 de octubre de 1964.


A la cita acuden hombres, ya con muchos años, que fueron soldados de reemplazo y mantienen viva su permanencia en el Ejército, sirviendo a España. Ello les hizo vivir unos hechos rudos e inhumanos, en contra de la naturaleza, obligados a la superación de un intensísimo fría, una tempestad de nieve y ventisca, una inmensa fatiga por el esfuerzo realizado y, asimismo, la impotencia ante las adversidades con que se enfrentaron. El encuentro es emocionante; en él las experiencias compartidas y los ejemplos de sacrificio, entrega y abnegación vividos, se unen al recuerdo de aquellos que entregaron su vida a la patria, en aquellas solitarias cumbres. 



Era una unidad de Tropas de Montaña ejemplar, a la que su capitán y fundador, desde octubre de 1962, D. Joaquín Calvo Fernández, supo imprimir un gesto de servicio, disciplina, entrega, cohesión, eficacia y sacrificio, que se manifestaba en cualquier ocasión y circunstancia y se evidenció en estos hechos.




La meteorología fue determinante para el desarrollo de los acontecimientos, pues sus condiciones variaron, inesperadamente, en una época con previsiones muy rudimentarias, sin la capacidad de difusión actual. 


RELATO APRETADO DE LOS ACONTECIMIENTOS 





La compañía, de guarnición en Pamplona, realizaba un ejercicio de adiestramiento, consistente en el "reconocimiento para el enlace táctico entre los valles de Salazar y Roncal", en el Pirineo navarro. Estaba bien instruida y adiestrada; recientemente había finalizado el curso de escalada divisionario en la sierra de Sarvil, en Echauri (Navarra) y en el valle de Belagoa. 

La actividad se inició el 21 de octubre, estableciendo el campamento cerca de Izalzu (Navarra), en unos barracones de los ingenieros militares que organizaron la frontera, a raíz de la II guerra mundial.

El día 22, se realizó un reconocimiento de Abodi y Picatua, con un tiempo espléndido, calor y visibilidad perfecta. Marchamos, en camisa, disfrutando de los paisajes del Orhi (2017 m.) y la selva de Irati. La marcha no fue fatigosa, a pesar de las fuertes pendientes y del esfuerzo que suponía portar el equipo y armamento, individual y colectivo, con dotación de munición. 


Para el día 23 se planteó una marcha que, partiendo del campamento (843 m.), siguiera por el monte Crucheta (1.100 m.), Ochogorrichipia (1.700 m.), y Picatua (1.370 m.); suponía una distancia reducida de 18 km. y desnivel de 860 m. (+).

Se inició a las 07:30 h, con final previsto a las 13:00 h. Íbamos equipados con uniformidad normal para el otoño en ese territorio: bota, polaina, pantalón, jersey de montaña, tabardo 3/4 y guantes de lana; con morral de espalda, armamento individual y colectivo con munición. Se desayunó en caliente, distribuyéndose un bocadillo. 





A partir de Crucheta empezaron la lluvia y la bruma. A las 11:00 h. alcanzamos la frontera en Ochogorrichipia. Hicimos un alto, surgió un momento el sol, aprovechado para una fotografía, y de inmediato, volvió la intensa niebla. El momento de reanudar el movimiento, en medio de esa cerrada niebla, fue crucial para el desarrollo de lo ocurrido posteriormente, ya que se inició el descenso en dirección norte, sobre Francia, en lugar de seguir hacia Picatua. 



El Pirineo occidental, en su vertiente francesa, presenta fuertes pendientes; ello hizo que, al recorrerlo, perdiérmos altura rápidamente y nuestro desplazamiento nos llevara, por sorpresa, al valle de Holzarte (Francia), arroyo tributario del Gave de Larrau.

Avanzando, bajo lluvia y niebla, nos vimos inmersos en un cerrado bosque, cruzado por barrancos, donde moverse era dificultoso. Desapareció el enlace radio con el campamento y la sensación de aislamiento y pérdida se materializó, junto con el convencimiento de que el regreso al campamento era imposible. 

Sobre las 17:00 h. topamos con unos madereros franceses que nos informaron de nuestra situación. Para entenderse hubo dificultades, pues solo se expresaban en vascuence de la variedad de esa zona de Sola, y, a duras penas, se entendían con nuestros soldados vascos, que dominaban otras variantes de ese idioma. 

Se continuó, ya hacia Larrau, siguiendo el curso del Holzarte, que atravesamos por una simple pasarela de maderera que salvaba un profundísimo barranco y solo permitía el paso en reducidos grupos. Alcanzamos la carretera D-26, giramos al oeste hacia Larrau (630 m.), adonde llegamos sobre las 20.00 h, tras trece horas de marcha, enormemente fatigados, muy mojados y con una alimentación somera. 

La comuna de Larrau, territorio de Sola, región de Aquitania, lugar aislado en el rincón que preside el Orhi, tenía una población de trescientos habitantes. La llegada de noche, bajo intensa lluvia, de una unidad armada española, en nuestras condiciones y aspecto, sorprendió y, seguramente, alarmó al vecindario dado lo insólito del hecho.


Ayuntamiento de Larrau, Francia
Se tomó contacto con el alcalde y la gendarmería, que pusieron a nuestra disposición un local donde pasar la noche. Se improvisó una frugal cena, se localizaron estufas de gas y nos acomodamos precariamente para un necesario descanso; tratamos de secar la ropa y el equipo, e intentamos dormir en el duro suelo. 

La decisión adoptada fue que marcharíamos por la carretera, todavía en construcción en algunos tramos, que unía Larrau con la frontera. Vía telefónica, a través de la Guardia Civil, se ordenó al campamento que los camiones acudieran a la frontera, (1.570 m.), para conducirnos a lzalzu. Nuestra situación fue comunicada al cónsul de España en Pau. 


Actual aduana, puerto de Larrau
El día 24, con un sobrio desayuno, iniciamos el movimiento a las 06.15 h.; mientras seguía lloviendo con frío y viento. El itinerario transcurre entre bosque hasta los 1.200 m.; después el terreno, despejado, estaba muy batido por el viento, sin edificaciones, salvo unos refugios de cazadores de palomas.

Al ascender empezó a caer aguanieve y, ya en los 900 m., la nevada era copiosa, con ventisca y caída de la temperatura. Después del bosque, en cota 1.400 m, donde finalizaba el asfalto de la carretera, el frío y el viento eran extremadamente intensos, (al parecer se alcanzaron los -25 C y los 100 km/h), con una fortísima ventisca. 

Ello supuso la neutralización de nuestra capacidad de movimiento dada la altura de la nieve acumulada, el cegamiento y la dificultad para la respiración por la ventisca y, en consecuencia, surgió la necesidad imperiosa de búsqueda de refugio y urgente ayuda. Ante la imposibilidad de avanzar, y la aparición de síntomas de desfallecimiento, se dispuso el retorno hacia los ya citados refugios de cazadores y unos automóviles estacionados junto a la carretera. 

Este movimiento resultó difícil y penoso. El cansancio era inmenso. Algunos hombres presentaban signos de agotamiento, por lo que fueron ayudados por compañeros, tratando de alcanzar juntos los refugios buscando la supervivencia. Hubo que forzar sus puertas, algunas con disparos de fusil, ante la apremiante necesidad de protección. Varios soldados buscaron cobijo en los automóviles de los cazadores, a la espera de socorro y ayuda. 

Un oficial y un suboficial, marcharon en denodado esfuerzo hacia Larrau, solicitando ayuda. 

La reacción francesa fue inmediata, organizándose una operación de socorro inmediata y eficaz; acudieron gendarmes, médicos, enfermeras, ciudadanos con sus vehículos, camiones y helicópteros. Nos atendieron in situ y se procedió a la evacuación. Los últimos evacuados fuimos el capitán, dos tenientes y quince soldados que llegamos a Larrau sobre las 19:00 h.

Una vez en la localidad recibimos atenciones, con gran cariño y total generosidad, en casas particulares y establecimientos hoteleros, donde el afecto, el calor y los alimentos recibidos nos revivieron, después de las penalidades sufridas. Allí se conoció la noticia de la muerte, por congelación y extrema fatiga, de cuatro compañeros, los cuales perdieron la vida por su inmensa entrega al tratar de ayudar a otros, o por debilidad total ante el colosal esfuerzo realizado. Cuatro soldados fueron evacuados al Hospital Militar de Pau (Francia), con principios de congelación. 


Algunos veteranos, en 2018, volvieron a Larrau y visitaron algunas de las casas donde fueron acogidos.
Aquella noche, a las 01:30 horas del día 25, en camiones del Ejército francés, fuimos evacuados hacia Irún, entrando en España sobre las 03:30 horas. Recordamos el enorme frío que volvimos a sentir durante el trayecto, al viajar en la caja de los vehículos, cubiertos éstos con una simple lona, protegidos por mantas proporcionadas por nuestros camaradas franceses; la temperatura era bajísima y nuestros cuerpos mostraban un enorme cansancio y debilidad. 

Después de pernoctar en el acuartelamiento de Ventas de Irún, y evacuados ocho soldados al Hospital Militar de San Sebastián, regresamos a Pamplona por carretera.




REFLEXiÓN FINAL 

Es indudable que este episodio marcó profundamente a cuantos lo protagonizamos. Nos hizo sentir al máximo la dureza de la montaña, la fuerza de la naturaleza y descubrir que su violencia puede alcanzar niveles increíbles, llegando a anular al hombre.

Personalmente para mí, fue una vivencia tremendamente dura y triste, pero, por otra parte, en mi larga vida profesional en Tropas de Montaña, supuso siempre una experiencia permanente y valiosísima. 

Asimismo, durante los acontecimientos narrados, se evidenció la trascendencia de la disciplina y la subordinación en cualquier organización militar, como valores fundamentales siempre, e imprescindibles en situaciones límite. Las virtudes del compañerismo y la abnegación, hasta el extremo, destacaron en aquellos terribles momentos, donde muchos, entre los que sobresalen los que cayeron, lo dieron todo en entrega espléndida a sus compañeros. 

Por eso, al recordar a nuestros camaradas muertos en aquella jornada del 24 de octubre de 1964, y elevar una oración por sus almas, creo que, como final de esta narración, debo reseñar sus nombres, que figuran, para siempre, entre los héroes de las Tropas de Montaña de España.




Luis Palacios Zuasti, GD (R)




Soldados del Batallón Montejurra (RCZM América 66, Pamplona)
 y de la actual Compañía de Esquiadores-Escaladores 1 (RCZM Galicia 64, Jaca)
 en el acto de homenaje en 2014 al cumplirse el 50 aniversario del suceso

Veteranos de la Compañía el 24/10/2014


25/10/2014, Cuartel de Aizoain, Navarra.
 Clase teórica del General de División Luis Palacios
 en la que nos relato los hechos sucedidos el 24/10/1964


Nuestros Caídos




Queremos agradecer al General de División Luis Palacios por este gran relato,
 y al Coronel Vaquerizo por permitirnos su reproducción en este sitio.









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