31 ago 2019

El que ríe último...


El Viernes era el mejor día de la semana, aunque también podía ser el peor.

Teníamos un infierno diario (puede parecer exagerado, pero no lo es, hay que vivirlo) de instrucción y mas instrucción, marchas y mas marchas..., no había descanso.

Tanto trabajo tenia un solo beneficio, los fines de semana podíamos salir de permiso, casi toda la compañía (arrestados o con servicio se tenían que quedar). Así que cuando llegaba el viernes todos estábamos mas nerviosos por salir. Los que vivían cerca, aragoneses, vascos, catalanes, lo tenían muy fácil y normalmente se irían a casa. Los que eramos de lejos nos teníamos que conformar con Pamplona, que no estaba mal. Irse a una pensión, comer en los bares, salir por la noche..., bueno, en mi caso estaba tan cansado que solía acostarme bastante pronto.

Bueno, esta es la teoría, pero la practica era de otra forma.


El tiro.

Todos los viernes se terminaba la instrucción (orden de combate) con practicas de tiro, así que todos los viernes terminábamos en el campo de tiro. El primer problema: hacerlo todo bien, disparar cuando se te ordena, si se bloquea el armar no girarte apuntando, etc. Todos esto muy normal y casi siempre salia bien.

Pero después venia la limpieza del arma y la consiguiente revista..., aquí si que había peligro, y no porque se te disparara el arma. Limpiar un CETME C es muy difícil y complicado, lleno de recovecos, que tienden a ensuciarse con mucha facilidad. Ademas estaba el otro tema, el material de limpieza que te suministraban era casi...nulo, una baqueta, y un poco de grasa. El buscarse la vida era lo habitual.



Superada la revista estaba todo hecho, ya casi estabas disfrutando del permiso.

Te ponías el traje de bonito, hacías el equipaje y te preparabas para la ultima revista: bien afeitado, pelo perfecto, zapatos limpios, uniforme correcto y bien puesto.

Ya estabas en la calle fuera del cuartel. Te podías ir a tu casa. Algunos se aventuraban a hacer auto-stop para que los llevaran (el estado habitual del soldado era de precariedad económica).

La Policía Militar.

A la vez que nosotros nos preparábamos para el fin de semana, ellos se preparaban para coger a los que intentaran hacer auto-stop (que estaba prohibido). Todos los viernes se apostaban para pillar a los soldados "in fraganti" y devolverlos al cuartel. Habría un doble castigo, el que te imponía la Policía y el que te imponían tus mandos, por dejarte pillar por la Policía.


Uno de esos viernes yo salí para pasear por Pamplona, uno de los compañeros estuvo burlándose de mi porque, se iría a su casa, con el habitual "aquí te vas a quedar".  No se cuantas veces me lo repitió, se hacia hasta agobiante.

Cuando salimos del cuartel se despidió, aquí te vas a quedar...

Pasee por Pamplona, una rutina: ir a los baños públicos a ducharme, comprar algo que me hiciera falta, cenar...

Volví para la retreta y..., ¿a quien me encontré en el cuartel?

Si, ese, el compañero que se burlaba diciéndome continuamente "aquí te vas a quedar".

El que ríe último ríe mejor. Ademas arrestado por partida doble. La Policía Militar lo había cogido haciendo auto-stop.


J. Florencio, 2º/84












21 ago 2019

Compañías de Esquiadores-Escaladores


Reproducimos una vieja publicación de la Revista Española de Defensa, nº 35: un articulo sobre las compañías de esquiadores-escaladores centrado en un ejercicio invernal de nuestra unidad. Esta publicación fue ya tratada en este blog bajo el nombre de "Maniobras de Altura", ahora la repetimos, trascrita a este medio, facilitando su lectura.

¡Vaaamonos! Apenas apunta el alba cuando la 51ª, Compañía de Esquiadores-Escaladores (E-E),  forma en la explanada del refugio militar de Candanchú.  Los hombres, entumecidos por el intenso frío y por tres largas hora de camino desde Pamplona, tienen el tiempo justo para tomarse el último vaso de leche caliente ante de iniciar la travesía. Acaba de empezar la fase de Vida y Movimiento en Montaña Invernal, una durísima prueba de dieciséis  días de duración en la que se pondrá en práctica todo lo aprendido desde el otoño: marchas, esquí diurno y nocturno,  escalada en hielo y paso de cornisa, combinado con temas tácticos.

La travesía inicial de cuatro días los llevará desde Candanchú (Huesca) a Belagua (Navarra). Serán unas 8-9 horas de marcha diaria, comenta el Capitán Javier Aranguren Aramendía, jefe de la unidad (desde 1988 a 1992). El camino se recorre foqueando (con cintas antideslizantes adheridas a la suelas de los esquíes), o cuando no hay nieve suficiente, a pie, con las tablas sujetas a la mochila. En los pasos difíciles habrá que echar mano al piolet y los crampones, a las cuchillas de esquí y a las raquetas, o bien encordarse para superar una zona de grieta o una cornisa.


Poco conocidos por el gran público, los esquiadores-escaladores (E-E) son, como gustan matizar, unidad de especialistas (no de operaciones especiales) entrenadas y equipadas para operar en alta montaña y en zonas donde el movimiento es difícil. En un terreno tan exigente y duro como es la montaña, el que es capaz de convivir con ella y llegar donde otros no pueden, gana la acción. Ocupar un collado a tiempo puede evitar un combate, opina el Capitán Aranguren, para quien la capacidad de maniobra en este medio es la que da la potencialidad real de la unidad.

Actualmente, cada Brigada de Cazadores de Montaña (BRCZM) cuenta con una compañía de E-E independiente (51ª en Pamplona, 41ª en Viella), más una sección en cada Batallón de Cazadores, Ingenieros y Grupo de Artillería. La Brigada de Cazadores de Alta Montaña XLII (BRCZAM) por su parte, las encuadra a razón de una Compañía por cada Batallón de Cazadores.


Entrenamiento. La instrucción de estas unidades es eminentemente práctica y sobre el terreno, centrada en el esquí en invierno y en la escalada en verano, con un ejercicio de síntesis al término de cada temporada. Hay que contar el curso de esquí (60 días), el de escalada (45 días), la supervivencia, la fase de vida y movimiento, travesías y patrullas de reconocimiento (55 días), prácticas con helicópteros (10 días) y las maniobras con la Brigada Paracaidista (RECOPARA), más las convivencias con unidades similares aliadas (alemanas, italianas, francesas y estadounidenses). Total, que pasamos más días en el campo que en el acuartelamiento.

Sus misiones son muy similares a las de la caballería en las unidades de línea: enlace entre unidades colaterales, ocupación de puntos difíciles, misiones de exploración, vigilancia y seguridad de combate; incursiones tras las líneas enemigas, ocupación de posiciones que requieren técnicas avanzada de esquí o escalada, combate en zonas nevadas o boscosas, contraataques locales y preparación de pasos semipermanentes para otras unidades.

Más recientemente, han recibido la responsabilidad de formar en su seno Patrullas de Reconocimiento de Largo Alcance (PRLA), de las que dos están constantemente dispuestas en cada unidad y una tercera en reserva. Cada patrulla está formada por profesionales y personal de reemplazo seleccionado (4-5 hombres) expertos a su vez en una disciplina concreta (topografía, inteligencia, sanidad, transmisiones, guía de montaña). Con tareas fundamentalmente de información, estas PRLA dependen, una vez activadas, directamente de la Brigada.

Las unidades de Esquiadores-Escaladores tienen por característica fundamental el recurso a la resistencia individual para el aprovechamiento en favor propio de las dificultades que presenta el terreno y la climatología. La capacidad de sufrimiento es tan necesaria como unas piernas de hierro y un corazón a toda prueba, comenta el Sargento César Panero, muchos soldados se sorprenden de lo que son capaces de hacer y superan límites que no habían ni tan siquiera soñado. Sin embargo, el fondo físico por sí mismo no es suficiente, es necesario también un fondo psíquico que evite el derrumbe por cansancio o que permita salir de una situación comprometida.

Esfuerzo. Javier Rodríguez, uno de los esquiadores-escaladores de la 51ª Compañía, resopla mientras intenta ponerse la mochila. Ya quisiera ver a Iñaki Perurena ... ¡Pesa una tonelada ...!. Su compañero, vasco, encorvado bajo la suya, replica muy serio: ¿y qué dejaste, pues? Cada hombre, sin excepción, lleva además de su propio equipo, parte del colectivo: tiendas, botiquines, hornillos, cuerdas de escalada, repuestos, radios, camillas, palas, etc. Una mochila normal alcanza fácilmente los 25 kilos, mientras que con la radio, una PRC-77, pasa de los 30. La seguridad tiene un precio, y es mejor sudar que llorar, comenta el Capitán.


En un terreno donde las distancias se miden en horas de marcha y metros de desnivel (al final de la jornada uno está tan cansado que incluso cuesta comer) el descanso es vital. Para acampar se recurre a las tiendas TAM, los iglús, las cuevas de nieve o bien a las fosas laponas, una excavación con capacidad para una patrulla, cubierta por los ponchos y esquíes. Depende del lugar, tiempo y espesor de la nieve, se utiliza un sistema u otro, comenta el Teniente José Vivas. Lo importante es descansar lo mejor posible.

Otros factores indispensables en la montaña y básicos para unos soldados que operan aislados y en condiciones difíciles son la confianza en uno mismo, el espíritu de equipo y la iniciativa individual, virtudes que se fomentan al máximo. El año pasado tuve un grave accidente en un ejercicio y perdí el conocimiento. Los soldado de mi patrulla, todos de remplazo, se las ingeniaron para confeccionar una camilla de circunstancias y, por un terreno infame, evacuarme, recuerda, muy orgulloso, el Capitán Aranguren.

El hermanamiento a que induce la dureza del medio es también muy tenido en cuenta por la tropa. Aquí todos, incluido el capitán, llevamos la misma mochila, hacemos las mismas marchas, comemos las mismas latas y nos caemos lo mismo. Todos dependemos de todos y cualquier diferencia queda fuera de lugar. Hacer por otro lo que no harías por ti, comenta Joseba Sazo, un bilbaíno de pura cepa que eligió cumplir el servicio militar en los E-E, para aprender de verdad lo que es la montaña. La mayoría de lo voluntarios no tiene experiencia propia de escalada o esquí (los figuras de pista de moda no se dejan ver por aquí, sentencia) pero todos piensan continuar haciéndolo en el futuro, aunque, eso sí, nunca más con estas mochilas.


Organización. Los esquiadores-escaladores operan básicamente en unidades pequeñas, tipo patrulla o pelotón, sección a lo sumo, con una autonomía que no suele pasar de dos jornadas. Aún recuerdo una marcha al completo de munición y víveres para cuatro días, comenta el Subteniente Rey, responsable de la Plana Mayor, la mochila superaba los 40 kilos por persona y supuso un desgaste físico tal que hipotecó en parte la capacidad de actuación de la unidad. No basta con llegar. Hay que estar.

Orgánicamente una compañía independiente de Esquiadores-Escaladores, como la 51ª, consta de Mando, una sección de Plana Mayor y 3 secciones de E-E tácticas, más un elemento de apoyo agregable a una sección (la sección de Armas de Apoyo). Con un total de 150 hombres, su armamento se basa en el conocido FUSA CETME C, más 2 ametralladoras MG-3, 2 lanzagranadas Instalaza M-65, 2 morteros de 60 mm y una treintena de sistemas contra carro desechables C-90, como armamento colectivo.

En un futuro próximo será motorizada mediante camiones todo-terreno URO y tractores oruga de montaña (TOM) BV-206. Inminente es también la distribución de los nuevos CETME L y LE (algunos equipados con visor óptico de puntería) y ametralladoras ligeras AMELI, todo de calibre 5,56, lo que supondrá, entre otras cosas, una notabilísima y bienvenida reducción de peso. A través de los años, las compañías de Esquiadores-Escaladores han ido evolucionando y hoy nuestro material técnico es igual al disponible en el mercado civil. Pero para el Capitán Aranguren lo importante sigue siendo el elemento humano con tractores o con helicópteros, al final, es eI esquiador quien cumple la misión.


Como confiesan los hombres de la 51ª, la vida en una unidad de esquiadores-escaladores es muy dura, pero tiene unas compensaciones enormes. La montaña es nuestra pasión - confiesa el Teniente José Vivas - pero lleva su propia penitencia: con los años, la mochila, el esquí y la escalada dejan su marca y las lesiones son frecuentes. Pese a ello, todos se sienten satisfechos de pertenecer a una unidad de este tipo y aprovechan cualquier descanso en la marcha para narrar las muchas anécdotas que les han ocurrido, como cuando montamos la base en una zona muy alejada de cualquier senda y, para no limitarnos a las latas de las raciones de previsión, se nos ocurrió llevar ovejas vivas para tener carne fresca. Nadie cayó en la cuenta de que las ovejas no trepan y al final hubo que subirlas en el cuello. Parecíamos pastorcitos de Belén - ríe al recordarlo el brigada Pedro Cristóbal - A la vez siguiente subimos cabras... ¡y les ganamos trepando!



Texto y fotos:
Juan Bernardo Abertí Dumas.

Revista Española de Defensa, 35
Descarga del articulo



  • Los soldados de la Sección de Armas de Apoyo (los encargados de operar las armas colectivas: ametralladoras, morteros y lanzagranadas, utilizaban como arma individual el sub-fusil STAR Z.
  • El fusil CETME L, aunque fue introducido en los años 90, realmente no se llego a usar pues NO era mejor que el CETME C.













2 ago 2019

Curso de Esquí de 1985 (3)


Todas la mañanas abordábamos los camiones y subíamos a la estación de esquí.


Desde el aparcamiento de la estación nos subíamos en el telesilla que nos llevaba a las pistas.



La estación no es muy grande, pero suficiente para nosotros.


El equipo olímpico.
Nos distribuíamos en grupos, según nuestro nivel de esquí. Algunos de los compañeros poseían un nivel de esquí muy alto y ejercían de profesores.

Yo estaba en el equipo olímpico, o sea, el de los torpes...

Una vez choque con el Teniente Zaratiegui y le rompí las fijaciones de sus esquís. Mi nivel de esquí era proporcional, en sentido inverso, a mi nivel de escalada.

Poco a poco aprendíamos, lo suficiente para no caernos y tomar y dejar los remontes con dignidad; siempre he opinado que lo mas difícil del esquí es no hacer el ridículo en los remontes.


La Culitos.
Por fin la vimos, al final no era para tanto, pero era de lo que se hablaba.


Los Mandos.
A la estación no solo acudían los mandos de las distintas unidades, también había otros para reforzar pues había muchos grupos, y otros, sobre todo mandos superiores, supervisando o simplemente disfrutando del esquí. 

Uno de ellos, un comandante, estaba descansando en uno de los remontes y le preguntaba a cada soldado que hacia cola para subir: ¿Tu de donde eres?... Barcelona, Zaragoza, Madrid, eran las respuestas mas habituales..., ya veras cuando me pregunte a mi (pensaba).

¿Tu de donde eres?
De Almería...
Jajaja, jajaja, jajaja...
A ti te han engañado, jajaja, jajaja...

Fui la respuesta exótica a su pregunta.


Las Pistas
Habia todo tipo de zonas y muchas placas de hielo que había que atravesar con los cantos.
Las pistas negras no las hicimos, pero la rojas si... Jo, daba miedo mirar desde arriba, pero dominando la vuelta Maria podías bajar por cualquier sitio.

Para amenizar, por la megafonia de la estación nos obsequiaban con los éxitos musicales del momento: Alaska y Objetivo Birmania...













Esta foto es de la cima del monte San Lorenzo en un rescate de civiles accidentados

Así pasábamos la mañana, luego a una hora determinada volvíamos a coger los camiones para regresar al cuartel a comer.

Estoy de pie, en el centro, el que tiene las manos sobre la cabeza de un compañero


El ultimo día nos dejaron libertad para esquiar y ademas se comía en la estación... ¡Paella!

Que colas, todos queríamos comer paella, pero la paella se había acabado y teníamos que esperar a otra tanda, paciencia.

Ademas de aprender a esquiar se practicaba mucho la marcha nórdica y se formaban los equipos que competirían en los campeonatos de Candanchu, de hecho mi teniente de sección, recién ascendido a Capitán, era quien se encargaría de su preparación, en Belagua, que no era lo normal.

Circunstancialmente escuche una conversación de los mandos sobre donde entrenarían los equipos, lo que me permitió asegurar, a los compañeros que competirían, que todos iríamos a Belagua; cosa que estos negaban, riéndose..., que irían a Candanchu a entrenar, como siempre se hacia...; pero no fue así, todos a Belagua, como escuche de los mandos.

Algunas imágenes de las participaciones en los campeonatos de Candanchu.







Después del ultimo día de curso se celebraron las competiciones de la División de Montaña Navarra, ese día me tocaba guardia, así que no puede verlas. Si recuerdo que los uniformes que usábamos habitualmente, los hidrofugados de color verde, fueron cambiados por hidrofugados de color marrón, como el que llevaban las otras unidades.

El descenso lo gano un compañero de mi sección ¿era el que mas sabia esquiar, el que mejor técnica tenia? Pues no, pero fue el único que no se cayo. Todos los favoritos se cayeron.


La vuelta a Pamplona.
El ultimo día en el cuartel de Ezcaray dio mucho de si, rehacer el petate, no dejarse nada, comprobar que estuviera todo. Los corrillos y charlas. La alegría y jolgorio. La bronca del Sargento Pascual por no respetar al cadena de mando y dirigirme directamente al Teniente.

Vamos, lo normal hasta que..., en uno de los habituales corrillos que se formaban, se estaban pasando un cigarro, mas bien un canuto, con la alegría del momento, sin mirar...

En esto que se para un mando curioso (que ademas no era de la compañía), se mete en el corrillo como uno mas, y ante la sorpresa de este, el que esta a su lado le pasa el canuto para que le diera una calada... Se pueden imaginar la escena. Algún compañero se tuvo que licenciar mas tarde.

Subimos los pertrechos al camión asignado: petates, mochilas, esquís. El que le toco a mi grupo tenia la peculiaridad que la lona  estaba rota y una buena parte de la caja quedaba al intemperie...; por favor, que no nos nevara.

Jejejeje, NOS NEVÓ de vuelta, llegamos a Pamplona con un palmo de nieve en la caja.

Dentro de pocos días nos iríamos a Belagua, a las maniobras de vida y movimiento en montaña invernal.


La licencia.
Después de regresar de Belagua, el día de nuestra licencia, al menos los que allí estábamos, nuestro Capitán, Francisco Javier Lete, vino desde Candanchu (se estaban celebrando por esas fechas los campeonatos del ejercito) a despedirse y decirnos que en el cuartel teníamos nuestra casa, que si alguna vez volvíamos por Pamplona y tuviéramos la necesidad de alojarnos, que no lo dudáramos y que en el cuartel siempre tendríamos alojamiento.

También nos dio la grata noticia de que nuestra Compañía había quedado en segundo lugar en los campeonatos militares de Candanchu, noticia que fue recibida con gran alegría y jolgorio.



Al finalizar el curso todos recibimos varios regalos, entre ellos, una pegatina para conmemorar el evento. Si nos fijamos bien en el dibujo veremos que esta firmada por Ferrer Dalmau, el famoso pintor de temática militar, que realizaba su servicio militar en el Regimiento América 66, 1º/84, así que los que aun la conservéis no la perdáis.


J. Florencio, 2º/84



Dedicado a todos los que estuvieron en ese curso, a los reemplazos 2º/84 y 6º/84 de mi compañía, y como no, a nuestro Capitán, que vino a despedirse e indicarnos que allí siempre tendríamos nuestra casa.


En 1987 se grabo un vídeo de las actividades de la Compañía. 
Esta es la parte que corresponde al curso de esquí.
 Se realizo en Reinosa, pero sirve para ilustrar como era.