31 ene 2013

Preparación para la Supervivencia


Muy pocas personas están preparadas para afrontar los peligros inherentes a estos casos, bien porque no se ha pensado en ello o por estimar en forma equivocada que sólo atañe a otros. La experiencia pone de manifiesto lo erróneo de esas suposiciones; el riesgo de la lucha por la supervivencia debe ser previsto siempre y mucho más en el caso de las Fuerzas Armadas.

Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, el mando de una Unidad tiene la responsabilidad de procurar que todos sus hombres posean la aptitud física y psíquica, así como los conocimientos técnicos necesarios  para afrontar airosamente una situación de este tipo, y no solamente sobrevivir, sino conservar su capacidad operativa, logrando que adquieran la práctica necesaria a través de ejercicios, en condiciones similares a las reales.

Todo ello motiva que la preparación en esta materia forme parte de la instrucción de todo combatiente, y su fin será proporcionarle una serie de conocimientos básicos e imprescindibles para hacer frente a esta situación.



Es importante en estos ejercicios, tanto si el personal es profesional como si no, que los objetivos y finalidades a lograr sean remarcados, más aún si cabe, que en otro tipo de instrucción y encauzar las prácticas en un sentido de experiencia personal en la que juega un papel decisivo la responsabilidad individual, planteando el tema como un auténtico reto a resolver.

Sin temor a exagerar, podría decirse que en cualquier lugar es posible mantenerse con vida, siempre que se conserve la moral y voluntad de sobrevivir y existan una serie de conocimientos y circunstancias mínimos favorables.

La naturaleza y los elementos no serán amigos ni enemigos, pero, en cualquier caso, pueden resultar decisivos si con habilidad se consigue obren en beneficio propio.

La preparación de los individuos y Unidades para afrontar una situación de supervivencia, requiere una capacitación en tres aspectos: Psíquico, Físico y Técnico.





PREPARACIÓN PSÍQUICA 

Se basa en el descubrimiento, por el propio individuo, de una mayor capacidad de resistencia físico-psíquica a la esperada, del enorme dominio que la mente puede ejercer sobre el cuerpo y de sus posibilidades de autocontrol, incrementando así la seguridad en sí mismo ante situaciones difíciles, que pongan a prueba el instinto de conservación, es decir, la "voluntad de sobrevivir",

A este fortalecimiento psicológico que se producirá, a medida que el sujeto supere condiciones adversas y, por tanto, vaya conociendo sus propias reacciones y limitaciones, conviene añadir el registro de nuevos parámetros tras la experiencia vivida, disponiendo de una escala de valores más acorde con la realidad que evite sensaciones ilusorias o exageradas de miedo, cansancio, hambre, ansiedad, etc.

Fruto de esta preparación es una firme voluntad de sobrevivir y el conocimiento del hecho cierto de que el hombre que la posea en alto grado puede superar condiciones tan adversas que parecerían imposibles de lograr en circunstancias normales.

Se pueden citar numerosos ejemplos de hombres que han sido capaces de pasar muchos días sin comer ni beber, sepultados en la nieve con frío intensí­simo, aislados en un bote en medio del océano durante semanas sin agua ni comida, etc.



En situaciones de este tipo, el combatiente, en un primer momento, puede reaccionar con una conducta nada acorde con las circunstancias de ese momento. No obstante, este fenómeno, que puede considerarse normal, posee como contrapartida otro compensador basado fundamentalmente en esa firme voluntad de sobrevivir, cuya fuerza reside en la suficiencia de la preparación que el individuo aporte para la solución de su situación, referida esta preparación a la confianza en sí mismo, a la disciplina, tanto individual como de grupo y, por último, a la iniciativa personal.

Se ve así que la importancia de la moral es innegable; las necesidades de la supervivencia las sufren los hombres y de sus cualidades morales, inteligencia  valor y entusiasmo, dependerá el resultado. Por otra parte, una moral elevada ayuda a mantener la disciplina, lo cual es imprescindible para sobrevivir individual o colectivamente.





PREPARACIÓN FÍSICA 

Se basa en desarrollar, con el entrenamiento, todas las cualidades físicas, especialmente la resistencia o capacidad de oponerse a la fatiga, de forma que el individuo mantenga una "reserva física" y, por tanto, una tensión arterial media óptima y una breve recuperación del pulso tras un esfuerzo.

Este endurecimiento, a su vez, será fundamental para fortalecer la capacidad de resistencia psíquica, evitando el decaimiento anímico ante las adversidades o la fuerte presión psicológica que, en determinados momentos, se pueda presentar.

Una buena preparación física ayudará a obtener un mejor rendimiento que elevará la moral y mantendrá la voluntad de sobrevivir, contribuyendo a conservar la salud en medio de tantas privaciones como será necesario soportar.

Se procurará endurecer a los hombres con marchas forzadas y rudos trabajos  acostumbrándolos a soportar las más duras condiciones meteorológicas, así como el hambre, la sed, el sueño y la fatiga.




PREPARACIÓN TÉCNICA 

Se basará en la adquisición de una serie de conocimientos y habilidades que incrementen las posibilidades del individuo, enseñándole a aprovechar los recursos naturales y a suplir con ellos la falta de equipo adecuado, del cual normalmente carecerá, y procurarse los alimentos indispensables.

Entre los conocimientos más necesarios podemos citar los siguientes:
  • Movimiento por toda clase de terrenos;
  • Manejo de plano y brújula;
  • Orientación por medios auxiliares;
  • Exploración y reconocimiento;
  • Conocimiento de la montaña, del mar y sus peligros; meteorología por indicios;
  • Forma de hacer señales de socorro y enlace; socorros de urgencia;
  • Construcción y acondicionamiento de refugios;
  • Conocimiento de plantas comestibles, nocivas, útiles y medicinales, así como de animales peligrosos;
  • Artes de caza y pesca;
  • Preparación, cocinado y conservación de los alimentos; forma de procurarse agua y de hacer fuego;
  • Fabricación e improvisación de vestuario, equipo, útiles, etc.





18 ene 2013

Situación de Supervivencia




Supervivencia individual.

La experiencia de numerosos casos de supervivencia, en muy difíciles situaciones, demuestra que el factor más importante para superarla ha sido la firme voluntad de sobrevivir.

Especialmente cuando se está aislado surgen una serie de problemas emo­cionales resultantes del miedo, la soledad, la desesperación y hasta del aburri­miento, que atenazan la voluntad, perdiéndose el sentido de la realidad de la situación y cayendo fácilmente en el pánico o en el agotamiento moral y, con él, en la pasividad y el anulamiento del deseo de sobrevivir.

Además de estos peligros de la mente, las lesiones, las enfermedades, el dolor, el hambre, la sed y la fatiga influyen sobre la voluntad de vivir. Cuando no se está preparado moralmente para superar todos los obstáculos y aceptar lo peor, las posibilidades de permanecer vivo son mínimas.



  
Supervivencia en grupo.

Para Unidades militares será más frecuente que la situación de supervi­vencia afecte a un grupo que a un individuo aislado.
 
Esto presenta la ventaja  de que pueden distribuirse las distintas actividades entre los individuos que lo componen con arreglo a sus facultades, así como la disminución del senti­miento de soledad, del miedo y la menor desmoralización en ciertos indivi­duos al sentirse arropados dentro del conjunto de la Unidad.

La supervivencia en grupo requiere, al igual que la individual, un dominio de la técnica necesaria. Esto, unido al hecho de que normalmente estos grupos estarán constituidos por Unidades orgánicas con sus Mandos, hacen la tarea de luchar por la vida y evitar la captura, mucho más fácil.

Las dificultades inherentes a la supervivencia pueden verse multiplicadas por el número de individuos, por ejemplo, ante recursos limitados. La supervivencia colectiva introduce, en ocasiones, entre los miembros del grupo, la disensión.

Es esencial, en situaciones de este tipo, la figura del Jefe, que, en el caso de una Unidad militar, ocupa el suyo natural. De su ejemplo, comportamiento y entereza moral, se nutrirán el resto de los componentes del grupo.

Es inevitable la presencia, en ocasiones, del individuo negativo, que ejerce una labor destructiva, minando la moral del grupo. Este individuo, o individuos  deber ser vigilados constantemente, pero nunca apartados del grupo o marginados dentro de él. Hay que intentar recuperarlos, asignándoles misiones o cometidos junto a individuos de mayor entereza física y moral.






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14 ene 2013

Mando y Disciplina



Mando


La falta de mando o debilidad en el mismo, conduce al desorden, la confusión y la indisciplina.

El Jefe de la Unidad debe tomar todas las decisiones en cualquier situación y dar las órdenes para que éstas puedan llevarse a cabo.

Bajo ninguna circunstancia deberá ceder el mando que le corresponda a ningún otro por muy capacitado que le parezca y mucho menos dejárselo arrebatar por quien la casualidad o la audacia haya colocado en una posición preponderante.


Para mantener el prestigio y la superioridad sobre los hombres, el mejor medio es la capacitación técnica, auxiliada de una buena forma física y gran energía, pero puesto que es imposible dominar a la perfección todas las actividades necesarias y pueden existir subordinados con más experiencia, habilidad o capacidad en determinados aspectos, será una buena medida de mando solicitar información y asesoramiento de ellos, conservando siempre la facultad de decidir.


Por encima de todo, el Jefe debe evitar siempre cualquier apariencia de indecisión y, sobre todo, disimular cualquier decaimiento anímico o enfermedad, pues afectará muchísimo a la moral de sus subordinados.
El ejemplo ha sido y es siempre el mejor medio para asegurar el afecto y respeto de los subordinados y, en estas situaciones críticas, la única forma de asegurarse la obediencia voluntaria y el máximo esfuerzo de los hombres.


El Jefe debe dar ejemplo constante participando activamente en todos los trabajos y sufriendo con sus hombres las incomodidades, sometiéndose al mismo racionamiento y género de vida, sin recabar para sí ningún trato especial a costa de mayor trabajo o necesidad de los demás.



Disciplina

La disciplina es la base de toda organización militar. Una estricta auto disciplina contribuirá a mejorar la situación de supervivencia individual o de grupo. Mantener un buen aspecto, tanto físico como anímico, levantarse al amanecer, marcarse un horario, la higiene personal, la limpieza de la zona, etc., ayudarán a mantener la presencia de ánimo.

La fatiga, las privaciones, etc., conducen inevitablemente a una pérdida de moral, que se traduce en actos de indisciplina que es necesario cortar radicalmente apelando a las medidas más enérgicas.


El Jefe vigilará directamente a sus hombres para evitar las discusiones, las peleas, la murmuración, la resistencia pasiva, el incumplimiento de las órdenes y la negligencia. Debe ser justo y equitativo en la distribución de misiones  peso a transportar, raciones, etc., y que las medidas disciplinarias que tome ni sean ni parezcan arbitrarias, injustas, inoportunas o debidas a consideraciones personales.





4 ene 2013

LA MONTAÑA COMO MODELO DE VALORES (II)


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"Lo harás según el modelo que se te ha mostrado en la Montaña" (Ex. 25.40)




Por Jose María Ponz Callén

Publicado originalmente en:
http://esquiadoresescaladoresdeviella.wordpress.com/
 
"El esfuerzo allana el camino imposible". Estas palabras de Gracián que tantas veces hemos experimentado en la montaña, me hacen recordar que los logros en todos los campos de la vida son siempre consecuencia de esfuerzo y sacríficío, de una lucha constante en la que la cima está como ideal tirando de nosotros.

El actual ambiente de hedonismo  la ausencia de objetivos distintos del placer, hace muy difícil hablar de sacrificio y muchos no entienden, o tildan de masoquistas, a quienes renunciando a las comodidades a su alcance van a la montaña sabiendo que corno mínimo, y en la mejor de las circunstancias  van a tener que realizar un gran esfuerzo. Si al igual que en la montaña, cuando nos detenernos a contemplar el paisaje, hiciéramos también un alto en nuestras vidas para observar y reflexionar sobre la orientación que van tornando algunos sectores de nuestra sociedad, comprobaríamos que conduce a una vida fácil y a algo paradójico: el esfuerzo por evitar el esfuerzo.

La montaña nos ha enseñado entre otras cosas a encontrar sentido a las palabras de Gide que nos decía: "El secreto de mi felicidad está en no esforzarme por el placer, sino en encontrar placer en el esfuerzo".

También nos ha enseñado, por medio de nuestros fracasos en nuestros intentos de   alcanzarla, que el esfuerzo se convierte en virtud cuando lo hacernos  nuestro para siempre, cuando lo incorporamos a nuestra manera de vivir, aún sabiendo que en ocasiones no lograremos nues­tra cima.

Quienes hemos tenido la suerte de andar por las verdaderas sendas de la vida, por las sen­das que llevan hacia arriba; por los caminos estrechos y empinados junto a quienes comparten nuestros mismos ideales, o en ocasiones en solitario con nuestros pensamientos; sabernos que "quien algo quiere algo le cuesta" . Lo cierto es que verdaderamente hace falta esfuerzo para todo aquello que resulta valioso, y rechazar el esfuerzo no significa otra cosa que rechazar el fin, Quien evita el esfuerzo realmente no quiere nada, porque el esfuerzo es "el impulso vigoroso y definitivo que hace posible al hombre convertir en realidad sus proyectos".

Es en la montaña donde podemos aprender que es preciso alabar más el esfuerzo de nues­tros hijos que los logros alcanzados y descubrir al mismo tiempo que lo primero conduce al estímulo mientras que el logro, en ocasiones, sólo lleva a la vanidad  En la montaña, asignatura pendiente en la educación de muchos jóvenes, es donde mejor podemos enseñarles a amar el esfuerzo y a verlo corno algo positivo y liberador.

La trasferencia del esfuerzo requerido en la montaña nos capacita para saber superar los obstáculos que irán apareciendo en nuestra vida, nos facilita adquirir la voluntad necesaria para avanzar o resistir, aprendernos en ella a que nuestros "sies" y nuestros "noes" tengan sentido y oportunidad. En la montaña aprendernos también a sacar provecho a nuestros fracasos y a nuestros errores.

Estoy plenamente convencido de que es en la montaña donde podernos hacer entender a los jóvenes que la actitud ante las dificultades de la vida no es la de evitarlas, sino la de superar­las, pues pasar por la vida sin superar obstáculos nos incapacita para crecer.

No quisiera terminar sin relacionar el sacrificio y el esfuerzo con la humildad  a la que me refería en el número anterior de nuestra Boletín, y para ello creo que lo mejor es transcribir unas palabras de Séneca:

 "Te aconsejo, según el precepto de grandes personajes, dediques algunos días en los cuales, contento con poca y malísima comida y miserablemente vestido, puedas decir  ¿Es esto a lo que tanto temía  ( ... ) Para no estremecerse en la ocasión, es indispensable ejercitarse de antemano ( ... ) Pero no te figures entonces que has hecho algo extraordinario; porque no habrás realizado nada que muchos millares de esclavos y muchos millares de pobres no hagan todos los días".